Si viajas a Lisboa, a sólo 30 kilómetros de distancia puedes tener una experiencia gastronómica en el Restaurante Arola, uno de los tres restaurantes ubicados en el Hotel Penha Longa, Spa & Golf Resort en Sintra, Portugal. Un menú de tapas con platos frescos, ligeros y sanamente elaborados que todavía puedo oler y sentir en el paladar.
Debería introduciros primero en el ambiente intimista, contemporáneo y aireado del local pero con los detalles del menú que tengo para explicaros, no he podido resistirme a empezar por la mesa. Una puesta en escena elegante, detallista pero sin elementos superfluos y el blanco como protagonista.
Si vais a organizar una comida en casa, nada es más vistoso que la vajilla blanca para destacar la verdadera protagonista de la noche: una buena comida. El contraste realza su valor, más si el individual es un diseño fijo que simula mármol negro. Da mucha luz al conjunto junto a copas y vasos de transparencia perfecta. Así estaba montada nuestra mesa.
El menú degustación Arola Tapas consta de varios entrantes que ahora os comentaré, el plato caliente de pescado y un postre. Si algo definió el menú es la naturalidad y el realce de los ingredientes. Salsas ligeras, cocción al grill y al dente salvo alguna excepción. ¿Pasamos a la mesa?
Un buen ejemplo de lo que os hablo es el plato de la foto superior. A la izquierda, láminas de cerdo ibérico con manzana y pistachos cubierto con queso. El sabor era suave y la textura agradablemente tierna. Temí que fuera tipo carpaccio, plato para el que no estoy hecha: estaba al punto, casi un ligerísimo ahumado.
A la derecha, un bol de ensalada de cangrejo que sabía realmente a cangrejo (en algunos restaurantes ponen tanta mayonesa que no aprecias bien esa exquisita carne). Ligero, sabroso, natural.
Estos filetes de sardinas en vinagreta ligera es lo más exquisito que he comido nunca hecho con este pescado azul. Siempre ausente de sabor intenso que ofenda al paladar, iban acompañadas con salsa salmorejo: embajadores de la cocina tradicional española. ¿Se os va haciendo la boca agua?
Qué suerte que nos propusieran un vino blanco Vinha do Monte. Es una producción relativamente joven de Sogrape Vinhos elaborada con uvas de la región del Alentejo. Suavemente indicado para nuestras tapas, fresco y ligero. Copa tras copa ...
Me sorprendió muy gratamente que dispusiéramos de la base típica catalana de pan con tomate, dientes de ajo incluídos. No olvidéis añadir sal y aceite de oliva virgen después de frotar el tomate maduro: perfecto solo o para acompañar las sardinas. Un éxito.
Olvídate de la imagen de las patatas bravas que hayas comido hasta ahora: éstas son diferentes. Servidas en un plato de pizarra para resaltarlas, estas patatas bravas con forma de corcho de cava desaparecieron en un abrir y cerrar de boca. El interior de la patata lleva salsa de tomate ligeramente picante (casi imperceptible) y el sombrero es salsa all-i-oli aligerada.
Los Ravioli de rabo de buey vienen coronados con un dado de mousse de foie-gras y espuma de queso. El relleno estaba muy bien cocinado, lentamente como marca el buen hacer de esta carne en la cocina. Admito que no es mi relleno preferido pero la pasta del ravioli estaba al dentísimo. Algo que podía haber comido con cuchara de sopa es la espuma de queso: exquisita.
Tienes dos fotos del interior de estas exquisiteces en la galería de imágenes.
Mi primera experiencia con el Pez de San Pedro ha sido todo un hallazgo. ¿Alguien sabe la leyenda de su nombre? Yo os puedo hablar de una carne blanca, gustosa, compacta y que no necesita nada para relamerse. Acompañado de legumbres salteadas con crema de apio, un plato que disfruté mucho. La pequeña fritura extra es rabo de buey.
Es un placer poder llegar al postre y no estar tan llena ni empachada como para poder saborear como se merece un postre. El del menú es Crema de Chocolate Blanco con una pizca de coco, raspas de limón, piña y toques de toffee. El toque fresco lo aporta el sorbete de fruta de la pasión y el granizado de gengibre, sobre la crema.
Siguiendo las instrucciones de nuestro experto camarero, lo comí cogiendo con la cuchara una parte de cada elemento. No hace falta que os diga que estaba buenísimo. La textura de la crema de chocolate blanco era cremosa sin ser compacta, ausente de tropezones, como una mousse de yogurt. Para añadir el toffee al conjunto os aconsejo que, una vez la cuchara llena, cojáis una parte de este caramelo con el dorso de la cuchara, hundiéndola en él.
Lista para una sobremesa sin pesadez de estómago, sin dolor de cabeza y vistas a un paisaje verde y frondoso del que os hablaré en breve.
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