Descubrir durante una mañana cómo funciona el mítico Hotel Ritz de Madrid es más que visita de lujo. Cita reservada con la dirección de comunicación del hotel. Verano en Madrid y niños y adolescentes revoloteando por la entrada. La seguridad con mil ojos y muchas explicaciones sobre mapas de la ciudad para ubicar museos y monumentos.
Esperamos viendo expositores de relojes de lujo, corbatas de seda, gemelos, alfileres de corbata, y varios souvenirs del grupo Orient Express (Grupo al que pertenece el Hotel desde 2003). Nos recibe su gran mesa circular de caoba, sus ocho columnas dóricas con capiteles ornamentados en pan de oro, dos butacas Regency, y dos bustos de mármol.
Un paseo por la planta baja
Nos desplazamos a la cafetería. Un ambiente de negocios pero relajado. Nada de nervios, nada de ruidos, y la música en directo de un pianista. Sí, momentos de entrada en el hotel sin perder detalle. Antes de seguir, fundamental: el Ritz no cierra. ¿Cómo iba a hacerlo si en 2011 hay una agenda plagada de eventos por su centenario? Exacto, empezar a sacar la agenda porque os iremos informando poco a poco.
La primera visita, el jardín. Donde todavía queda un jueves de septiembre para disfrutar de sus noches de jazz y champagne. El desayuno cuando hace buen tiempo se realiza en esta terraza. Puedes elegir el Restaurante Goya, si prefieres desayunar dentro. O disfrutar de la cena y comida, una carta con mezcla de cocina vasca y francesa.
El Bar Velázquez es un pequeño rincón donde disfrutar de los mejores cócteles y una carta no escrita donde la sorpresa está asegurada. Quien quiera realizar un evento especial, puede optar por una de las estancias con chimenea, todo de madera, para reuniones o presentaciones.
Los salones son muy conocidos por los periodistas. Ruedas de prensa de estrellas de cine, presentaciones de firmas cosméticas, desayunos políticos. Creo que no hay nadie que no haya ido a trabajar a sus salones, desde el Alfonso XIII, el Salón Real, Felipe IV, Salón Real Academia... todos con una historia que contar.
Mientras pasamos de uno a otro vemos trabajar a todos y cada uno de los profesionales. Una lástima no haber coincidido con Justi, el responsable de que las impresionantes alfombras luzcan impecables.
Por cierto, la hora del té en el Hotel Ritz es un clásico desde hace años (concretamente, desde 1910). Como hemos visto en otros hoteles, sandwiches, scones, pastas y una selección de los mejores tés para las tardes en la ciudad.
Las suites
Durante una mañana puedes sentir que el Hotel Ritz es algo más que un lugar para alojarse. Por motivos de seguridad no se puede decir la habitación, pero fui testigo directo de puertas secretas en armarios y habitaciones comunicadas de manera sorprendente. Los jefes de estado y de gobierno requieren suites así.
Una gran sorpresa descubrir que los armarios se comunican con varias habitaciones a la vez. Para que ayudantes y servicio tengan preparado el look correspondiente sin entrar en la habitación principal. O ver cómo las mejores suites guardan aún la profundidad y estilo de los armarios de principios de siglo XX, donde los trajes y vestidos de mujer, por ejemplo, eran realmente voluminosos.
Baños de mármol impolutos, con Acqua di Parma como complemento en cada espacio, amenities perfectas. Una combinación del blanco y el amarillo muy elegante. Y un aroma a fresco especial.
La Suite Real
La más especial y deseada. Tiene un recibidor que distribuye las habitaciones; dos salones enormes, dos dormitorios espaciosos, tres cuartos de baño, y una de las más grandes alfombras del hotel confeccionada a mano. No hay lugar donde mires que no haya algo increíble.
En las paredes, seda de Damasco, techos con cornisas decoradas en pan de oro, chimeneas de mármol, candelabros de cristal, detalles en madera de estilo florentino en sus pinturas. Y un minibar escondido, y una caja fuerte especial, una cafetera en cada habitación...
Además, cuadros y grabados, relojes franceses, jarrones chinos del siglo XVIII, espejos, centros florales únicos... En serio, es otro ambiente.
Las gobernantas, esas mujeres que tienen en su cabeza una agenda de datos. Son las encargadas de conocer cada detalle y gusto del cliente. Si le gusta el mando de la tv debajo de la almohada, en su próxima visita así estará. Si les gustan las trufas, los dulces, las flores sin olor (como a los asiáticos), así estará todo cuando vuelvas.
Si es un cliente habitual que visita el Hotel una vez al menos, o dos, o cuando surja, se guardan todos sus productos de aseo para su próxima visita. El cliente los encontrará tal y como los vio en su última visita. No hace falta que se lleve todo de viaje una y otra vez. Un detalle muy apreciado en los clientes de Oriente medio.
Curiosidades
El rey don Juan Carlos fue durante años cliente habitual de su peluquería, un pequeño rincón escondido en la entrada del hotel. Para nosotras, un servicio personalizado hasta el mínimo detalle. La manicura la realizan con los esmaltes OPI, directamente importados. Para ellos, los mejores del mercado. Y entre sus productos cosméticos, Cinq Mondes.
Las estrellas de cine que acuden al hotel suelen disfrutar de muchos detalles que quizá se nos escapen. El pequeño gimnasio recibía diariamente la visita de Sylvester Stallone. Siempre, con su maquilladora personal cerca.
Plácido Domingo es uno de los huéspedes que más veces se ha alojado en el hotel. Como cada cliente asiduo, tiene un albornoz y unas zapatillas bordadas con sus iniciales. Ava Gardner llegó a España en 1950 para el rodaje de una película. Se quedó 20 años y fue en el Hotel donde se alojó hasta que compró su casa.
A Leonard Bernstein el Hotel le cambió el piano de lugar, lo puso a la entrada del restaurante, por si en algún momento quería tocarlo. El día que lo hizo, se quedó rápidamente porque no estaba afinado. Cuando llegó el afinador el pianista del hotel se había dejado un plato de postre en las cuerdas.
Frank Sinatra llegó al Hotel en 1986 para dar varios conciertos. No hubo mucha demanda, así que apenas se movió del Hotel y acabó regalando las entradas al personal. Woody Allen visitó el hotel en 1996 con su recién estrenada esposa Son Yi para dar su primer concierto de jazz fuera de Estados Unidos.
Me encanta la actitud de Linda Fiorentino. Su suite daba al Museo del Prado. Se pasó toda la noche mirando el Museo y leyendo libros sobre arte. Durante años los actores no estaban bien vistos en el Hotel (tenían prohibida la entrada). Pero Antonio Banderas se casó allí por primera vez, habían pasado ya muchos años.
Fidel Castro se alojó en la suite 206 en 1992. No recibió ninguna visita oficial, sólo a un grupo de empleados del Hotel. Yves Saint Laurent era un asiduo de la Suite Real, donde decía encontrarse como en casa. Estando un buen rato recorriendo esta suite acabas por comprender la fascinación del diseñador por esta estancia, espectacular. Y sí, me recordó a su casa.
Malcolm Forbes llegó al Hotel en 1989. Se hizo acompañar por 15 motos Harley Davidson, su pasión, todas aparcadas en la entrada del Hotel.
¿Os parece que sigamos otro día con más detalles e historias del Hotel?
PD, ¡Gracias Inma por todo!
Ver galería completa » Embelezzia en el Hotel Ritz de Madrid (19 fotos)
Más Información | Hotel Ritz Madrid En Embelezzia | Hotel Ritz