¿Se os ocurre un regalo más bonito y personal que el de una joya capaz de contar una historia, la nuestra, por medio de pequeños símbolos que nos recuerden quiénes somos y de dónde venimos?
Los responsables de Tiffany & Co, la mítica firma de joyería de la cajita azul, debían de estar dándole vueltas a una idea parecida, cuando decidieron recuperar la esencia de una antigua tradición originaria de la Provenza francesa que consistía en que las familias fuesen regalando a sus hijas pequeños colgantes (conocidos como "breloques") coincidiendo con cumpleaños o momentos clave que fuesen a marcar sus vidas.
Como la costumbre quería que no fuesen más de doce los colgantes que se fuesen acumulando a lo largo de los años, había que elegir muy bien el momento y el diseño del colgante y, como es lógico, su significado.
Si lo pensamos bien, agrupar todo lo importante de la vida en doce ocasiones supone un gran desafío. Pero, como estas tradiciones locales, familiares y ancestrales, con tanta poesía, siempre me han gustado, estuve echándole un ojo a las propuestas que aparecen en la web de la firma, y puedo afirmar que estoy absolutamente "charmed" por Tiffany.
La idea de tener yo también un brazalete, con un buen cierre (a prueba de peso), donde pudiera ir añadiendo colgantitos en función de mis deseos y de los acontecimientos me ha gustado tanto que ya he elaborado mi "whish list".
Después de dudarlo durante unos instantes, me decido a compartir con vosotros mi pulsera virtual - aunque eso suponga descubrirme un poco (jeje!) -, charm a charm.
El charm del corazón no tiene mayor importancia pues se vende junto con la pulsera, pero a mi me recuerda a mi primer diario. El patín podría representar mis primeras salidas, los miércoles por la tarde, para ir a patinar a las pista de hielo del Real Madrid. El cucurucho de helado a aquellos maravillosos veranos de mi infancia, el caramelo a algunos momentos agridulces (no es el momento de entrar en detalles), el bolso lo asocio con mis primeros tacones; la bolsa de Tiffany con el primer sueldo, la Vespa y el coche hablan por si solos...
En cuanto a la famosa cajita azul del lazo, esa merece una mención a parte pues simboliza todo lo bueno que falta aún por llegar. Por eso, he decidido que en vez de colgarmela de la pulsera, prefiero hacerlo del cuello.
Como véis, no os engaño, aquí me tenéis, ¡absolutamente charmed by Tiffany! Sería interesante ver a qué se parece mi pulsera dentro de unos años. ¿Os animáis?
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