El expresionista Ernst Ludwig Kirchner es el plato fuerte que este verano nos ofrece la Fundación Mapfre en su sede del Paseo de Recoletos. Fue uno de los cuatro estudiantes de la Escuela técnica superior de Dresde que fundaron el grupo expresionista Die Brücke en 1905.
Mentalmente inestable,la temática escabrosa de la obra de Kirchner está en sintonía con la forma de mostrarla: prostitución, locales nocturnos de dudosa reputación, calles angostas con personajes trajeados... cada obra produce un ligero malestar o al menos cierto desasosiego en quien la observa.
Podremos reconocer fácilmente su obra por el color antinatural, subjetivo y chillón, en colores cálidos; las formas más bien planas, con poco interés por los volúmenes y la perspectiva, que se violenta en escorzos imposibles, y contornos trazados con líneas gruesas, como incisiones en madera.
Según Pablo González Burillo, director del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre:
Desde el principio nos va a crear esa tensión entre un mundo de personas tremendamente angustiado, obsesivo y dramático; y un mundo natural, lleno de melancolía, pero también de una cierta esperanza y una mayor amabilidad.
En 1937, en plena ascensión del nazismo, su arte se calificó de arte degenerado y se destruyeron muchos de sus trabajos. Su precaria situación emocional empeoró a raíz de ello y se suicidó en Frauenkirch, cerca de Davos, en 1938. Un mundo que merece la pena explorar, hasta el dos de septiembre. ¿Os animáis a visitar a Kirchner en la Fundación Mapfre?
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