Hay detallitos que hasta que una amiguita no te lo hace notar, no te das cuenta. Es cierto que las cositas resultan más monas utilizando diminutivos pero abusar de ellos se hace raro en una conversación. No es un estilo que haga necesariamente más amena una observación y esa cadencia puede llegar a agobiar a tu interlocutor.
Ya que todos los extremitos son malitos y que las cositas no hace falta reducirlas para que sean más delicaditas, si ves que lo utilizas mucho intenta utilizar las palabritas tal cual son. Es mucho más sensorial hablar con voz amable, sin elevarla y con una sonrisa que abusar de los diminutivos.
Oir que vas a comprar una plantita, comer del platito u ofrecer un pañuelito puede ser cargante. El problema es que, si las personas de tu entorno lo utilizan mucho, llegas a adoptar esa manía como propia y acabas hablando igual. Tan fácil de evitar como tomar conciencia de ello.
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