Kate Moss nació, ayer hizo justamente cuarenta inviernos, en Groydon (Inglaterra); y fue descubierta por Sarah Doukas de la agencia Store en el aeropuerto de JFK cuando sólo tenía catorce años.
Al cumplir los quince empezó a desfilar para Galliano. Máximo exponente del waif look (pinta de niñita desamparada), en su país la llaman la Mujer de los 30 millones; pero fue Calvin Klein quien potenció su aspecto andrógino, y quien dijo de ella que era el prototipo que definía a toda una generación.
Durante los Años 90 pasó a engrosar el grupo de las súper top-models, junto a Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Helena Christensen, Linda Evangelista y Cindy Crawford. A partir de ese momento, su carrera empezó a subir como la espuma.
Millonaria desde que cumpló los veinte, se convirtió en el objeto de una admiración que todavía hoy sigue vigente a pesar de las críticas que suscita su delgadez, o el reciente escándalo motivado por su consumo de cocaina.
Pero cuando adquiere su auténtico estatus de icono de moda fue después de tener que realizar un tratamiento de rehabilitación y de la ruptura de su contrato de ocho años con Calvin Klein, cuando las grandes firmas prescindieron de ella a la hora de desfilar, pero su rostro empezó a aparecer en muchas campañas publicitarias (Longchamp, Burberry, Versace).
Kate tiene ese je ne sais quoi que la hace absolutamente irresistible, y gracias al cual consigue que todo el mundo le perdone sus excesos, porque lo esencial es que continúe haciendo soñar a todas esas que se empecinan en copiar su estilo.
Matchless, la marca que firma estos visuales, es una de esas marcas británicas que tienen detrás una gran historia, pero que desapareció a mediados del siglo XX víctima de la globalización y de su propio éxito.
Tras unos años desaparecida, los nuevos propietarios están intentando insuflarle nueva vidilla. Y, para lograrlo, ¿qué mejor que contar como embajadora con l'enfant terrible del mundo de la moda? La cumpleañera Kate Moss, que ayer celebró sus primeros cuarenta años. ¡Muy bien llevados, por cierto!
Me encanta la estética motard de Kate, a lomos de su moto Matchless, y enfundada en su chupa de cuero encerada a mano, a juego con unos pantaloncitos mini. ¿Se os ocurre una estampa más chic que ésta para circular por la ciudad?
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