Será porque tengo la garganta como una lija y los virus me van invadiendo, pero ha sido ver esta selección de tés del hotel Mandarin Oriental de Hong Kong y soñar con el teletransporte.
Hay dos maneras de tomarse el té, a la manera más clásica, como una tradición milenaria con todos sus ritos, y la que ha preparado el hotel. La hora del té puede empezar a las tres de la tarde en la ciudad asiática.
Para abrir apetito, un menú degustación de mini bocados, pasteles, donde el chocolate y la crema de limón es protagonista. Después, bocados de salmón, crema fresca, cebollino, además de tacitas de café con flan, sándwiches de pollo, macaroons, panes artesanales con semillas, y una degustación de bollos con galletas de nata, mermelada de albaricoque... Sí, hay más golosinas como trufas, dulce de azúcar de nuez, tartas de frambuesa...
Para acompañar, té de cítricos de bergamota, o el clásico Earl Grey británico con toda su fuerza.
En el lobby del Mandarin Oriental la mezcla de tradiciones nos puede dejar estampas al más puro estilo milenario, o podemos optar por elegir una zona que más parece un club nocturno de Ibiza por la música y las luces. Hay quien cambia el té por una copa de Veuve Clicquot, no me parece una mala elección.
El chef pastelero Yves Matthey es el encargado de que la hora del té pueda llamarse la hora de las delicias. Me cuentan que este ritual se ha convertido en un acto social para celebrar pedidas de matrimonio, cumpleaños o un cambio de trabajo.
La tradición que el Imperio Británico llevó a Hong Kong se recupera gracias a los hoteles y salones más exclusivos, mientras que los más clásicos y para todo el público están desapareciendo.
El artista Vivian Mark, por ejemplo, ha decidido salvar esta tradición, y ha creado una empresa que selecciona sólo los mejores tés de China. Algo que también busca la tienda gourmet ecológica Three Sixty, que ha unido fuera con el chef Richard Ekkebus, quien con una estrella Michelín ha decidido incluir estos tés en su menú.
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