Corría el año 1972, cuando la estilista y diseñadora de modas Jeanne Lanvin pidió a André Fraysse – por aquel entonces, un joven perfumista, que muchos consideraban un “nariz” prodigioso -, que creara un perfume capaz de dar vida a una nueva y majestuosa flor, que fuese la suma de sesenta esencias florales para regalárselo a su hija Marie-Blanche que cumplía treinta años.
Al descubrir la riqueza y la evolución de esta composición, Marie-Blanche - que era una apasionada de la música y del canto - comentó que parecía un “arpège (arpegio), ya que proporcionaba a las mujeres lo que la música a la vida". De esta manera nació Arpège, un opulento bouquet de rosas, jazmín y ylang ylang, con una buena dosis de vainilla.
Este desafío para la perfumería causó sensación en su época. La escritora Louise de Vilmorin dijo de esta fragancia que era como “descubrir mezclados el aroma de las flores, los frutos, de las pieles y de las hojas”. Pero el perfume Arpège, además de ser un capo lavoro olfativo, también es un objeto Art Déco.
La diseñadora pidió a Armand-Albert Rateau, que acababa de decorarle su casa, que crease un frasco que todavía hoy sigue distinguiendo al perfume. Y el artista gráfico Paul Irebe lo decoró con un dibujo estilizado que representaba a la propia Jeanne Lanvin y a su hija, dando así nacimiento al logo de la firma.
Ochenta y cinco años más tarde, este elexir que sigue siendo toda una referencia en el mundo de la perfumería, acaba de inspirar a la maison una minaudière realizada en esmalte negro pulido, que reproduce la silueta del frasco del perfume, y que se puede colgar de la muñeca mediante un cordón de oro amarillo.
La minaudière Arpège se pondrá a la venta a partir del próximo mes de febrero, y se podrá comprar por Internet, siempre y cuando se esté dispuesto a “invertir” una bonita suma.
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