La primavera ya se huele en el ambiente. Coincidiendo con su llegada, Karl Lagerfeld ha decidido escribir la primera página de una nueva historia olfativa impregnada con ese espíritu vanguardista que marca su universo de diseño, moda, fotografía, e imagen.
Para reafimar las máximas de su discurso y de su estilo, el Káiser ha decidido lanzar dos fragancias, una para hombre y otra para mujer que concentran en su fragancia y en el frasco que los custodia todos los códigos que conforman el ADN de este mítico diseñador.
Es decir, elegancia en el diseño, la elección del blanco y del negro, of course! el toque moderno del metal, y la estética moderna que caracteriza todas las creaciones del diseñador.
Más que una moda, el look Lagerfeld es una actitud ante la vida, un clasicismo veteado con un toque audaz y moderno, sofisticación y elegancia en estado puro.
Karl Lagerfeld ha declarado:
"Me gustan los perfumes. Los cree en el pasado, y hoy me complace lanzar uno nuevo. Las fragancias consiguen que la vida resulte más bonita. Para mi, el perfume es fashion for the nose".
Lagerfeld sabe bien lo que quiere, pero como no es perfumista recurrió al buen hacer de Christine Nagel - la reciente adquisición de perfumes Hermès -, y de Serge Majoulier quienes han creado una elegante fragancia floral, jugando con los contrastes, y donde el frescor del limón se fusiona con el matiz aterciopelado del melocotón.
En su corazón rosas, magnolias y flor de frangipani. Un enfoque muy contemporáneo de los grandes clásicos del mundo de la perfumería, envuelto en la sensualidad de los almizcles y en la fuerza de las maderas negras.
Para la fragancia masculina, el Káiser recurrió a Jean-Christophe Hérault que optó por una fragancia atemporal y rotundamente moderna hecha de lavanda aderezada con mandarina y manzana crujiente. Adictiva y carnal, que arrastra en su estela notas amaderadas y especiadas.
El frasco de cristal tiene un toque high-tech que hace de él un objeto magnífico de líneas rigurosas y perfiladas. Con esa visión del lujo accesible que caracteriza al diseñador, que ha dado vida a un objeto bello, macizo y depurado a un mismo tiempo.
Tanto el pavé de cristal transparente que se ha utilizado para el frasco del perfume femenino, como el frasco de cristal negro para la fragancia masculina, ambos exhiben una perfecta geometría.
El nombre de Lagerfeld ha sido grabado con letras plateadas. Un ancho anillo de metal reproduce el estilo de los emblemáticos cuellos duros que suele utilizar el diseñador en sus camisas, y separa el frasco de su tapón con el característico perfil de Karl.
El frasco viene dentro de un packaging estampado que evoca también este anillo de metal. Blanco para la fragancia femenina y negra para la versión masculina, ambas forradas con un motivo en tono mate/brillante que reproduce el perfil de Lagerfeld hasta el infinito.
Para transmitir todo el magnetismo y la sensualidad que Karl Lagerfeld había imaginado para sus nuevas fragancias, el diseñador eligió a los modelos Kai Neischer y Baptiste Giabiconi, que posan con el torso desnudo, pero luciendo los míticos mitones adornados con tachuelas que forman ya parte de la identidad del diseñador.
La idea que ha querido transmitir el diseñador con estos visuales es que uno no sólo se perfuma para oler bien, sino también para sentirse atractivo y poderoso. La moda es un todo. Una fragancia es tan importante como una prenda.
Para acompañar este lanzamiento, ha nacido un nuevo lenguaje inspirado en los emoticones interpretados a través de la estética manga, capaces de ilustrar el estado de ánimo del momento, y transmitir un poderoso mensaje a la manera de Karl Lagerfeld.
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