La primera colección de Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton nos anima a revolver en el guardarropa de nuestras madres

Por fin se ha desvelado la primera colección de Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton. El resultado es la prueba feaciente de que lo que hoy resulta atemporal, en su momento fue algo innovador. Por este motivo, toda esta colección tiene un je ne sais quoi que hace que nos resulte familiar, algo parecido a un déjà-vu extraño.

Se trata de un guardarropa que atrae, pero no sólo al inconsciente colectivo sino al patrimonio sentimental personal. Es como si hubiésemos decidido a revolver en el guardarropa de nuestras madres que conservan la ropa de cuando eran jóvenes, "porque ahora ya no se cose como antes", y porque siempre se ha dicho que después de veinte años todo vuelve en el mundo de la moda.

¿Quién querría deshacerse de esas prendas leales, amigas, funcionales, prendas de siempre, atemporales capaces de renovar periódicamente nuestra atracción, y que dan vida a posibles interpretaciones en clave actual?

Un recordatorio que nos confirma que el savoir-faire de antaño no tiene por qué estar reñido con la innovación. La nueva colección, compuesta por piezas originales, inéditas, de marcado carácter y estilo, y de temperamento contemporáneo es capaz de estimular una coquetería íntima ya que abren un amplio abanico de combinaciones y alianzas posibles entre ellas.

Louis Vuitton es una firma de contrastes, ya que su noble pasado deja también entrever una voluntad de exploración, intrínsica al viaje y a la posibilidad de nuevos descubrimientos.

Una visión que recorre el tiempo con audacia e imaginación, volcando todos estos contrastes y experiencias en el universo de la moda, creando así una elegante oscilación entre la retrospectiva y la perspectiva.

Combinando el venerable y suave cuero con materiales híbridos o fusionados; oponiendo tonos brillantes y ardientes con sombras semi-opacas; combinando alta tecnología con cuidadosa artesanía manual.

Esta es la visión con la que Nicolas Ghesquière ha interpretado una firma, dando vida a una colección donde la consigna es una atemporalidad muy actual.

¿Os gusta? ¿Se os ha ocurrido viéndola posibles combinaciones que podríais hacer con las prendas vintage tomadas prestadas del armario de vuestras madres? Yo os confieso que he creído reconocer más de un modelito, sino igual, sí muy parecido. ¡Yo se de una que se va a volver loca de alegría! ¿Verdad, jefa?

Lo mejor de todo fue que Nicolas Ghesquière sorprendió a los invitados al desfile con una preciosa carta que intenta expresar con palabras lo que para él significa ser el diseñador de una firma como Louis Vuitton después de dieciséis años de colecciones firmadas por el gran Marc Jacobs.

Para quien no se defienda demasiado bien en inglés, voy a procurar traducirla con todo el cariño del mundo:

Hoy es un nuevo día. Un gran día. Estáis a punto de ser testigos de mi primer desfile para Louis Vuitton. Las palabras no pueden expresar cómo me siento en estos momentos... Sobre todo, siento una alegría inmensa por estar aquí, con la seguridad de que mi estilo se ajusta a la perfección a la filosofía de Louis Vuitton. La herencia orgullosa, la historia que inspira y que mira hacia el futuro y al mundo. La exigencia de autenticidad y de innovación. El deseo de convertirse en atemporal. ¿No os parece que el deseo de todos y cada uno de los diseñadores sea el de crear prendas que nunca pasen de moda? Rindo homenaje al trabajo de Marc Jacobs, cuya herencia espero saber honrrar con todo mi corazón. Os doy las gracias por estar aquí, y compartir este momento conmigo. Gracias a todos aquellos que me han ayudado a contar esta nueva historia, y que han convertido a Louis Vuitton en lo que actualmente es, especialmente a aquellos que han trabajado conmigo, codo con codo. Gracias a todos los que habéis venido hoy, esta mañana. Ahora. Nicolas

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