De entre las extraordinarias propuestas que pude ver durante mi primera visita de este año a Casa Decor, así, a vuelapluma, lo que más me llamó la atención fueron las cocinas, y que todo parecía poseído por el espíritu del origami.
El proyecto de Lluïsa Deulonder y Chone de la Sotilla es la cocina, el office y el cuarto de la plancha que yo tendría si este fuese un mundo ideal, ya que permite la visualización de los tres espacios mediante mamparas acristaladas –aunque manteniendo, en todo momento, las tres zonas independientes.
Con una gama cromática de elegantes grises y blancos, muebles lacados, encimera de síntesis, y armarios de limpieza ventilados (con vertedero en corian para guardar productos, la fregona y su cubo, la escoba y hasta el carrito de la compra), Chone y Lluisa también han sabido diseñar soluciones súper prácticas para las funciones de lavar, secar, planchar y guardar.
¡Cómo se notan que son mujeres! Lo digo porque los arquitectos e interioristas habitualmente suelen olvidar en sus proyectos lo importante que es tener todo el tema de la ropa solucionado. Funcionales y dignificados en su importancia, ¡estos cuartos para la plancha deberían estudiarse en las escuelas de interiorismo, porque la excelencia de las cosas sencillas pueden llevarnos al disfrute de las tareas del hogar más ingratas de forma insospechada!
El resultado es un espacio práctico, donde cocinar puede llegar a convertirse en un auténtico placer compartido, gracias a un espacio donde se respira orden y se siente bienestar. Eso, por mencionar sólo algunos de los ingredientes que han ayudado a crear un espacio tan acogedor como funcional. ¿Qué más puedo decir? ¡Lo quiero!
La cocina de Martín Gianello del Estudio Panagra me sorprendió gratamente por lo novedosa. Era como un enorme envoltorio plateado, con elegantes brillos que provenían de una espectacular araña de cristal que colgaba de un techo de casi cuatro metros de altura, y de la luz que se colaba entre los orificios de lo que parecía un estarcido perforado.
Los diferentes materiales y texturas que componían el mobiliario me fascinaron, pues lograban transformar de forma increible el ambiente cotidiano de una cocina en algo extraordinario, a partir materiales muy básicos, propios del estilo industrial, pero sorprendentemente tratados. ¿El resultado? Ese toque elegante e insospechado que sólo puede proporcionar el eclecticismo en estado puro. Si tuviera que definirla en una sola palabra: ¡Singular!
El “Open Living” de Beatriz Silveira integra en una única estancia el salón y la cocina. Se trata de un espacio abierto, para aquellos que buscan la comodidad y funcionalidad de una cocina diseñada con líneas puras y materiales nobles.
La lámpara, única en su género, está diseñada para que sirva de unión entre ambos espacios. Realizada en cristales de color turquesa por un artesano valenciano, proporciona el toque alegre a la par que elegante al conjunto.
El salón continúo busca el confort y el equilibrio entre piezas de diseño, tapicerías en colores alegres y arte. Protagonista absoluto del espacio es una bellísima escultura de María Oriza construida a partir de estructuras geométricas tensando sus superficies sobre curvas helicoidales en planos envolventes. No sé, pero me recordaban un poco la técnica del origami. Me gustaron mucho, me pareció que era una forma nueva de expander el campo de la escultura hacia nuevas formas de ocupar y de construir el espacio. Todo ha sido seleccionado con mimo y exquisito gusto. ¡Bravo Beatriz!
Todas estas propuestas parten del ejercicio de olvidar prejuicios convencionalistas, para crear espacios prácticos y confortables. ¿Cuál os gusta más? ¿Con cuál os sentiríais más identificados?
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