Las consecuencias de no comportarse en público: John Galliano despedido por segunda vez

En el mundo civilizado en el que tenemos la suerte de vivir existe la libertad de expresión, un lujo que damos por sentado porque hace décadas que vivimos en una democracia. Pero esa libertad tiene la otra cara de la moneda, se llama respeto. Ese ha sido el fatídico fallo de John Galliano y le está pasando una factura muy gorda.

Tras su fulgurante despido ahora ha sido despedido de su propia marca, John Galliano. Claro, pertenece al mismo grupo, al primer grupo empresarial de lujo, LVMH. Las reglas son para todos.

Puedes pensar cosas feas, cosas horribles y más cosas aberrantes pero calladito estás mejor. No estoy apoyando la hipocresía pero no tengo derecho a obligar a demás personas a pensar como yo, cada uno que se organice su escala moral y su lista de prioridades. Pero sí puedo obligarlo a que se las guarde si son ofensivas. Esa ofensa sí la dicta la sociedad en la que vivimos.

Ya no se trata de lo que imponen las leyes y lo que te pasará si las incumples. Se trata de respetar si quieres ser respetado, de comportarse en sociedad si quieres que ésta te acepte. ¿No te importa? Yo creo que sí, a la larga pasa factura y entonces es peor: llevas una cruz, una letra escarlata.

Cuanto más público es el personaje, más debe saber estar. Ser un divo, aunque sea un genio al que admiran todos incluída yo misma, no le ha salvado de esa factura, la peor, la que no se puede pagar con dinero: la reputación. Dior no dejará de ser Dior pero John, el hombre, lo tendrá difícil para rehacerla. Por más coronas que lleve.

Eso sí: va a vender más toneladas a partir de ahora, en su página oficial de Facebook sus fans lloran.

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