Tras unos meses un poquito plof después de su salida de Louis Vuitton y de su ruptura con Harry Louis - que le condujo a una extraña adicción por los pijamas -, hemos visto a Marc Jacobs más centrado y sereno que nunca.
Ayer, el diseñador cerró la Fashion Week de Nueva York con una colección para la próxima temporada otoño-invierno de líneas depuradas aunque no minimalistas pero, fundamentalmente, cómoda y serena.
Además de su incondicional Sofia Coppola, de Joe Jonas o Grace Coddington, los restantes invitados al desfile se encontraron al traspasar las puertas del Lexington Avenue Amory con un cielo lleno de nubes negras, a lo Magritte, por encima de sus cabezas creado por Stefan Beckman. El clásico ambiente que precede a la tormenta con las palabras de la canción Happy Days recitadas por la voz de la actriz Jessica Lange de fondo. ¿Algún mensaje subliminal para Delphine Arnault y su padre?
Por primera vez desde hace dieciséis años, Marc Jacobs sólo ha tenido que ocuparse de diseñar una única colección, la que lleva su nombre. Una decisión difícil, pero que le permitirá consagrarse en cuerpo y alma a su propia marca.
La mujer que Marc Jacobs nos propone para la nueva temporada invernal emana la serenidad de quienes caminan por la vida con paso firme, seguras de sus propias convicciones, y tocadas con pelucas lisas, de corte carré, teñidas en colores pastel y cubiertas parcialmente por enormes diademas tono sobre tono.
El desfile se abrió con una sucesión de conjuntos twin-set de lana combinados con pantalones tubo y vestidos largos con pronunciado escote. Las túnica se acortan. La noción de confort parece predominar claramente con la llegada de prendas realizadas en lana de un solo color con mangas largas para proporcionar abrigo y protección.
Que a Marc Jacobs le gustan las pieles no es un secreto. Es público y notorio, porque ha comentado en más de una ocasión que siente auténtica debilidad por los abrigos de piel street art de Prada. El diseñador se declara fan total de Miuccia.
Pues bien, hacia la mitad del desfile, suaves pieles de castor y de visón despinzado teñidas hicieron irrupción pasando, de esta formar, a ocupar un lugar de honor, bien visible, en los chaquetones mediante apliques de cordero de Mongolia en pecho, mangas y cuellos; encima de body transparentes, un pelín impúdicos.
Al final del desfile, el diseñador presentó prendas más sofisticada, trajes de fiesta que recordaban un poco el estilo disco y milhojas realizados con volantes de organza.
Entre las túnicas por encima de los trajes ajustados o los pantalones pitillo, los jerseys sobredimensionados sobre faldas fluidas con largo midi y top corto sobre body transparente, parece como si Marc se hubiese divertido jugando con las superposiciones privilegiando la armonía entre colores y las texturas cómodas.
Si tuviera que ponerle algún pero a la colección diría que es un pelín monótona, pero también es cierto que trasmite una fuerza tranquila, y que resulta súper ponible.
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