Las olas llegan al barrio más castizo y cool. La capital abre su primer chiringuito surfero: Ojalá. Un lugar de encuentro donde desayunar hasta tarde – muy tarde –, reponer fuerzas o tomar una copa.
Hogareño y psicodélico, exótico y familiar, el restaurante Ojalá - diseñado por el arquitecto Andrés Jaque -, es el lugar en el que sentir que Madrid tiene playa, y que ésta está en Malasaña.
Andrés Jaque, que acaba de ser premiado con el León de Plata en la última Bienal de Arquitectura de Venecia, define su nuevo proyecto como el porche de una casa construida en la misma arena de una playa.
Un proyecto innovador donde podremos encontrar sospresas tan estupendas como un jardín suspendido, un invernadero de varillas de paraguas o una casita-mini-bar, pues está concebido como si fuese un paisaje con todo un ecosistema propio.
El restaurante está decorado con tonos aguamarina en paredes y techos, muy shabby chic, combinados con detalles en naranja fluorescente en algunas de las piezas decorativas. Son colores frescos, de verano, capaces de recrear el aspecto de un chiringuito playero. El contrapunto del color de la madera natural de la gran mesa-barra y los coloristas grifos de bebidas son todo un acierto. Suspendidas del techo cuelgan unas macetas-lámparas de lo más originales.
Bajando las escaleras se llega a la playa, ya que una tonelada de arena blanca ha sido descargada en ese espacio. El mobiliario es un reflejo de la vida de la costa. Sofás bajos que invitan a tumbarse, mesas constructivistas y un bar de madera que recuerda a las tradicionales casetas de playa.
Simone Nicotra, uno de los directores de arte más importantes que tenemos en España, ha diseñado y tallado cada una de las tablas-bandeja en las que se sirven los platos. Su objetivo con estas piezas es crear sensaciones. También ha sido el responsable del diseño de la carta donde refleja el universo del surf.
Ojalá está ubicado en el el corazón del madrileño barrio de Malasaña, entre las calles de San Andrés y del Espíritu Santo. Desde que se inauguró, hace ahora diez años, ha sido meca de peregrinación para la modernidad local e internacional. Hoy, con una nueva imagen y una nueva carta, creada por el chef Javier Brichetto, se reinventa para seguir adelantándose a los tiempos.
La carta de Ojalá nace inspirada en el mundo del pan. Un pan de masa madre, con fermentación lenta y horneado en el propio restaurante. Durante todo el día se pueden pedir brunch muy parecidos a los que se toman en Nueva York, o en Londres con huevos de todo tipo: Benedictinos, Florentinos, Parisinos, Rancheros, etc. Pero también sirven ensaladas, hamburguesas, gazpachos, o wraps. Incluso hay tablas para compartir de embutidos, humus o guacamole.
Y como en cualquier buen brunch que se precie, tampoco faltan los cócteles con denominación de origen; los zumos, los batidos, los cafés y los tés.
Desde Embelezzia os animamos a disfrutar de este espacio tan sofisticado como apetecible, servido por camareros vestidos con vaqueros, zapatillas, pajaritas y un mandilón de peto a rayas.
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