Una vez repuesta de los excesos propios del 31 de diciembre, me he puesto a pensar en todo lo acontecido durante el 2013, un año lleno de sorpresas, presentaciones, y entrevistas interesantes; pero también un año de desilusiones, de proyectos que se truncaron antes de empezar siquiera a dar sus frutos, y de amistades que, al final, resultaron no serlo en absoluto.
Para el 2014 me he propuesto un montón de objetivos. Lo primero y principal, mantenerme alejada de las personas falsas, y mandar a la porra todo lo que me haga sufrir o sentir mal. La caridad es para quien realmente la necesita, y no para los oportunistas.
Quien quiera que trabaje para él, me lo tiene que pagar y darme los medios necesarios para poder llevarlo a cabo. El dinero no da la felicidad, pero la hipoteca la tengo que pagar, al igual que el colegio de mi hijo y los impuestos.
En el 2014 me he propuesto utilizar el móvil con moderación, ver menos la tele y leer más, y salir a montar todos los días en bici en familia, llueva o no.
Mi amiga Belén me mandó ayer un WhatsApp que decía:
Año nuevo vida nueva, pasado pisado, lo bueno guardado, lo malo aplastado
¡Pues eso, qué tengáis un 2014 estupendo!
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