Siempre es bueno visitar el Museo Nacional del Prado, pero con las exposiciones que alberga este verano, es visita ineludible. El último Rafael es una de las mejores exposiciones que hemos visitado en los últimos tiempos. Una de las exposiciones más importantes dedicadas al artista y su taller, y la primera centrada en sus años cuando se convirtió en el pintor más influyente del arte occidental.
Una espectacular muestra que expone setenta y cuatro obras en total, de las cuales la mayoría no se han mostrado nunca antes en España tranzando un recorrido cronológico por la actividad del maestro, desde el inicio del pontificado de León X (1513) hasta su muerte en 1520, y de la de sus principales discípulos, Giulio Romano y Gianfrancesco Penni, hasta finales de 1524.
El periodo de tiempo comienza en 1513, Rafael ya llevaba trabajando en Roma cinco años decorando las monumentales estancias vaticanas en paralelo a otros importantes artistas italianos, como Miguel Ángel (su principal rival que trabajaba entonces en la Capilla Sixtina) y Sebastiano del Piombo, primero bajo el pontificado del Papa Julio II y después del Papa León X.
La exposición cuenta con cuarenta y cuatro pinturas, veintiocho dibujos, una pieza arqueológica y un tapiz, procedentes de cerca de cuarenta instituciones distintas. El recorrido que recomienda el propio Museo es el más acertado, ya que se presenta de forma cronológica y en seis ámbitos temáticos el desarrollo pictórico y estético de Rafael al tiempo que se compara su evolución artística final con una selección de obras de sus dos seguidores Romano y Penni. Esta comparación permite identificar la participación de maestro y alumnos en las obras, así como dilucidar la contribución intelectual y estética de éstos a la obra de Rafael.
Entre las obras más sobresalientes que viajan por primera vez a España destacan el de Baldassare Castiglione (1519), íntimo amigo de Sanzio, procedente del Musée du Louvre, o el gran cuadro de altar, Santa Cecilia (1515-1516), de la Pinacoteca Nazionale de Bolonia, en el que el espectador puede admirar la singular belleza de sus figuras y la composición armónica y perfecta de las mismas, destreza que el artista logró alcanzar durante su estancia en Roma o "la perla" de Felipe IV, a quien persigue la polémica de la autoría ya que varios especilístas consideran que la mano del alumno Giulio Romano es clara.
Mención especial para los cuadros del maestro que el propio Museo del Prado conserva de su etapa madura, entre los que se encuentra la gran tabla transferida a lienzo el famosisimo El Pasmo de Sicilia (1515-1516), que se exhibe en la muestra por primera vez tras su restauración y una de mis obras favoritas del maestro de Urbino, una Sagrada Familia con San Juanito, popularmente conocida por la Virgen de la rosa.
Impresionante esta exposición, que recomendamos sin lugar a dudas, en este verano lleno de exposiciones dentro y fuera de nuestras fronteras, un verano muy cultural.
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