Si alguna vez os habéis preguntado por qué el camarero del restaurante va de un lado para otro sirviendo el vino, todo tiene su explicación. Desde que uno de los comensales de la mesa pide una botella hasta que es servido el último, el ritual de servicio no tiene nada de anárquico.
Todo empieza en cuanto se elige la botella. Si un comensal la ha pedido especialmente, el camarero servirá una pequeña cantidad en su copa para que dé su aprobación. Puede darse el caso que haya sido pedida por unanimidad y, al acercarse, preguntará quién desea probarlo.
Esa persona suele ser un hombre (aunque si una dama entiende en la materia, voto por ella) y nunca debe empezar por él. ¿Quién es la dama de mayor edad? A ella le corresponde el honor de ser servida la primera, y así estarán servidas todas las féminas: por orden de edad, de mayor a más joven.
Seguidamente, es el turno de los caballeros, en el mismo orden de mayor a menor edad. La última copa a quien servirá el camarero es la de la persona que lo probó y aprobó: ya pueden brindar todos por algún buen propósito.
Por esas normas protocolarias de servicio parece que el camarero se volvió loco nada más abrir la botella: de aquí para allá, yendo y viniendo. En realidad está haciendo su trabajo con profesionalidad. Cuando organicéis una cena en casa con varios comensales, ya sabéis qué orden de servicio seguir.
¿Qué ocurre si la comida es en honor a una persona que cumple años, que celebra un aniversario o ha conseguido una meta digna de ser celebrada por todo lo alto? Es el invitado o invitada de honor y será la persona a quien el camarero servirá primero tras el visto bueno del catador, sea hombre o mujer.
En el caso de una cena con el equipo básico de Embelezzia, la mesa sería de cuatro comensales: Laura, Patch, el jefe y yo. Señalaríamos con el dedo un Domaine de La Romanée-Conti (Ah sí, nos hemos ido a un restaurante de lujo) y dejaríamos que lo probase el jefe.
Pobre de él que no aprobase el vino, y seguidamente el camarero debería servirme primero a mí, que por algo soy la mayor. Luego a Laura y Patch, finalizando por llenar la copa del jefe. Brindaríamos por el blog y para que no se atragantase el boss al ver el precio del vino en la factura (por supuesto, él invita) y acabar los cuatro en urgencias.
Foto | Andro Guezala, arquera
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