Hubo un tiempo en el que la alta moda era inaccesible para el gran público. Casi imposible, para un ciudadano medio, adquirir cualquier producto de un diseñador con renombre. Con el tiempo, la industria cosmética y del perfume hicieron posible que un pedazo de lujo se posara en el tocador de millones de mujeres. Mediante licencias con otras empresas los primeros creadores del siglo veinte se diversificaron para acaparar mercado y hacer más rentable su negocio. Confeccionar vestidos caros para mujeres que se vestían tres veces al día, se cambiaban de guantes dos y usaban todo tipo de sombreros, no era del todo rentable si no se tenía cierto estatus.
Con la famosa democratización de la moda, o la vulgarización de la misma, la moda no sólo se popularizó si no que se hizo accesible para casi todo el mundo. Igual no toda la gente se puede comprar un bolso de piel Epi de Louis Vuitton pero si uno de sus modelos de bajo coste. Bolsas colgadas del antebrazo que son mas un símbolo de status que un sinónimo de buen gusto o elegancia.
Las grandes cadenas Low Cost, como Inditex, han hecho el resto, si no puedo comprarme el ultimo abrigo de Celine, siempre puedo hacerme con el clon por una ínfima parte de su coste. Usar y tirar, sin remordimientos por el precio. La locomotora de la industria realmente son las cadenas de moda barata que obligan a los grandes diseñadores a fabricar nuevos hits cada seis meses que queman colecciones maravillosas antes incluso de que salgan a la venta.
La cadena sueca H&M ha sido la que le ha dado la puntilla a la industria regalando a diseñadores consagrados, a grandes firmas y personajes la gracia inmensa de que el planeta entero se entere de quiénes son y a qué se dedican. Karl Lagerfeld fue el primero y el más listo. El olfato del káiser para lo que está o estará de moda es de otro planeta. Alguien capaz de perpetrar colecciones de Alta Costura con una mano y de firmar un contrato con La Redoute con la otra es alguien inteligente, audaz y muy avaricioso.
Detrás del alemán vinieron otros, mejor dicho. Detrás de Karl vinieron TODOS. Un gigante como H&M es capaz de llevar la exquisitez del Lanvin de Alber Elbaz hasta las góndolas de la cadena sueca sin que la firma francesa se manche las manos. La colaboración de Isabel Marant con la cadena pareció más una vuelta a casa de sus prendas en tejidos menos nobles. Pero todas y cada una de las prendas que mostró en su colección ya habían estado allí en forma de clon.
El flamante director creativo de Balenciaga, una de las firmas más relevantes de la historia de la moda, al que no le veo ni un atisbo de talento, ni de imaginación, ni siquiera frescura, ha sido el último en unirse al batallón de colaboraciones entre cadenas de moda pronta y diseñadores en busca de popularidad. Alexander Wang y su cargo al frente de la mítica casa francesa dicen mucho de los tiempos que corren en la moda actual. La mediocridad y la falta de imaginación son el leit motiv de sus colecciones y el olfato para saber lo que quiere su generación su único arma de defensa.
Sus colecciones, aunque sean caras y confeccionadas con exquisitos tejidos, son baratas, aunque se presenten en lujosos salones parisinos, porque les faltan empaque, fuerza, imaginación y un lenguaje propio. El lujo, la tradición y la artesanía pertenecen a los talleres parisinos que le proporciona el holding de lujo que le protege, no su talento para hacerse notar.
Estoy seguro que sus jefes de LVMH Kering están encantados con que su nuevo cachorro vaya a llegar a todos los rincones del planeta para que sus firmas adquieran algo de nombre para el pueblo llano, que suene su nombre desde Norteamérica hasta Europa y que sus dividendos y el valor de sus firmas suba como la espuma. No olvidemos que el negocio ya no está en vender muchas unidades de una prenda si no el valor global basado en su popularización.
Hubo un tiempo en el que los diseñadores eran artistas a los que la gente admiraba por su talento para crear no por su talento para ser populares. Hubo un tiempo en el que la moda no eran trapos de usar y tirar colgados en perchas de plástico, hubo un tiempo en el que las modelos tenían personalidad, los fotógrafos una visión única y las estilistas de las revistas no estaban a sueldo de la firmas.
Lo que está claro es que los tiempos han cambiado y que a algunos parece que nos ha pasado por encima.
Alexander Wang para H&M en Trendencias
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