Christian Dior Otoño-Invierno 2010/2011 en la Semana de la Moda de París

No sé si con la colección Otoño-Invierno 2010/2011 de Dior voy a tener que seguir el mismo proceso de asimilación que con la de Balenciaga: reposarla y meditar si me ha gustado o no. Y es que mientras hago este post la voy digiriendo y si al principio me ha costado saborearla, concluyo antes de empezar que no me ha defraudado. Vuelve por sus fueros en Galliano de la carreras, el Galliano más hípico en perpetuo homenaje a Charles James (hilo conductor de su colección de Alta Costura Primavera-Verano 2010), campestre y amante del libertinaje: entre amazonas (ya no jinetes de doma clásica) y mademoiselles descocadas anda el juego.

Marrones, granates, y empolvados para la noche; cuadros, ganchillo, cuero, muselina y mucho punto y lana en cárdigans sobre vestidos vaporosos o en jerséis entretejidos con motivos de raso. Capelinas, gabardinas, pantalones bombacho con parches, Príncipe de Gales, terciopelo, calentadores y botas tipo mosquetero.

De todas las facetas de John yo me quedo sin duda con su picardía. Para él eso de los aires lenceros no es ninguna novedad sino más bien un sello y me fascina que rompa con lo delicado de algunos de sus vestidos a base de trenchs con aire de uniforme de las SS.

Cuando quiere se pone lady y nos traslada a los ambientes más refinados.

Pero nada como sus mujeres con aire de señoras de mala vida: a Galliano siempre le han tirado más los bajos fondos. Son mucho más suculentos.

Impecable como siempre su puesta en escena, amenizada por un maquillaje y peluquería, y sobre todod complementos (boinas, chisteras, etc..) parte fundamental de unos modelos que no son sólo vestidos, pantalones, o calzado, sino que forman un todo indisoluble cuya magia ya se encargan de romper normalmente las famosas off the catwalk.

Potentísima como siempre su factura de noche: sus etéreos vestidos semitransparentes en crepé enriquecidos con volantes, pedrerías, lentejuelas o rosetones abullonados, van a ser protagonistas de alfombras rojas venideras.

Lo que habrá que comprobar es si las celebrities se atreven a llevar debajo recias y altísimas botas de piel o ante tal y como propone el (ya) maestro.

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