Sin Pabellón Mies Van der Rohe y con un Custo descafeinado, en definitiva, sin el brillo de antaño, y sin continuidad en el tiempo, porque la próxima edición ya no sé celebrará en Barcelona: Berlín vuelve a hacerse con ese suculento pastel llamado Bread & Butter, que incomprensiblemente abandona la ciudad que le ha dado la gloria dejando tras de sí el peor sabor de boca que podía dejar: de feria puntera alimentadora de egos a arma política arrojadiza “de moda”.
Obviando la sarta de argumentos absurdos y chapuceros alegados por los políticos locales que se empeñan en convertir la capital catalana en el mejor escaparte mundial cuando hacen todos los esfuerzos por arrancar de sus entrañas cualquier circuito viable, el Bread & Butter otoño-invierno 2009/2010 solamente pasará a la historia por ser el último y más polémico, y es que, con un número de expositores mucho más reducido, y con una afluencia de público notablemente más baja, su huella ha sido discreta, floja, y bastante mediocre.
Aunque siempre quedan resquicios destacables, y en Trendencias, y de primerísima mano, los rescatamos para vosotros.
El núcleo duro de Bread & Butter lo conforman una mezcla entre feria comercial en su sentido más estricto, y un hervidero de jóvenes profesionales del sector moda, léase coolhunters y sucedáneos, y es que si bien su objetivo principal es puramente mercantil, la vanguardia como fenómeno social conforma su transfondo más allá de las tendencias palpables que allí se presentan.
La feria en sí se dividía en cuatro grandes espacios: el Fashion Now!, o lo que es lo mismo, el área de fusion de estilos que albergaba firmas como Killing, Sendra, Jocomomola, Hello Kitty o Victoria, el Sport & Street, espacio exclusivo para tendencias nacidas del skate, el surf, o el snow, con marcas entre las que destacaban Baby Phat (de Kimora Lee Simmons), Dr. Martens, Ipanema by Gisele Bundchen, Reebok, Superga o la californiana RCVA, cuyos diseños me encantan y de la que ya os hablaré largo y tendido;
el Urban Superior, la zona e moda más urbana con firmas como Amand Basi, Azzaro, Cacharel, JLo. by Jennifer Lopez o Pretty Ballerinas, y por último la zona Denim, la más grande en volumen.
Pero a pesar de los expositores y el hambre de negocio, la gente es lo que le da color a Bread & Butter, que sí, que las marcas ponen toda la carne en el asador y se las ingenian para hacer que su pequeña parcela de espacio sea la más llamativa, pero los espacios de ocio (tipo lounge con DJ’s), eran los más concurridos y destacables, y la gente que los inundaba, su alma mater.
A pesar de que B&B no es una semana de la moda, sí hubo desfiles, y aparte del prescindible y olvidable sentido de la estética de Christian Audigier para Ed Hardy, o Desigual, que desfilaba fuera de circuito y un día antes, allí estaba la firma holandesa especialista en denim,G-Star, para “salvar la papeleta” con su fantástica puesta en escena bajo una carpa gigante, con bailarines de break incluidos, y unas propuestas de las que ya hablaremos más adelante pero de las que sí os puedo decir que guardéis bajo llave en vuestro armario un buen par de baggy pants, un blazer de uniforme colegial, y sí: los temidos leggings de vinilo o látex.