No todo van a ser grandes vestidos y bien llevados, también tenemos que prestar atención a otros estilos porque a buen seguro tendrán sus seguidoras. Megan Fox es un ejemplo de cómo ir, en la mayoría de los casos, mal vestida y con un look que pide a gritos un cambio o una contratación de un estilista más elegante.
Su estilo se resume en lucir sus encantos de la forma más provocativa posible, y es que aunque la monja se vista de Versace, monja se queda, pese a que no sea Megan Fox una devota del estilo recatado.
La preferencia por vestidos como el que lució en los premios GQ al Hombre del Año (donde fue galardonada con el premio “Obsession by GQ”) es uno de sus ya clásicos errores, ya que va apretadísima, con una provocación vulgar, y propia de una choni, estilo que la intentan disimiluar pero que ella misma no consigue ocultar.
La mujer es guapísima, morena y con unos preciosos ojos azules, pero cogea en cuanto sale en un evento con cierto renombre y que pide más. Hace ya un tiempo, una de nuestras comentaristas más asiduas hablaba de cómo se conocen en Londres y por ende, en Inglaterra, a las jugadoras de las futbolistas, a quienes las trataban de horteras con sus estilos pobres, el caso de Megan Fox es un claro ejemplo de esto.
Que sí, que el clutch es de Jimmy Choo, que las sandalias de tacón en otra persona habrían resultado mejor, pero el resultado de ese vestido fucsia intenso y la manera de llevarlo, echa por tierra cualquier arte.
Fotos | The Fashion Spot
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