¡Cuánta polémica surgió con una de sus últimas chaquetas! Michelle Obama está como cualquier primera dama sometida al escrutinio del público y por ende las urnas. La campaña presidencial está en plena efervescencia y ella brilla como las burbujas de champán con sus acertados looks. No puedo ponerles un pero.
Vestir a una primera dama es complicado, hacerlo con la altura y cuerpo de Michelle Obama lo es aún más, un trabajo soñado por cualquier estilista pero ¿ella lo necesita? Desconozco si goza de los saberes de tal ayuda, muy gustosa me ofrecería, pero de lo que no cabe duda es de que se conoce y no parece necesitarlo: los largos de sus vestidos son los más idóneos, nunca se sobrepasa en los estampados, con sus dimensiones sería caótico, sabe cómo darle valor y quitarle improtancia a sus hombros y sus escotes son siempre acertados.
Así lo ha demostrado de nuevo en el auditorio Memorial de la Guerra y en una recepción en honor de los niños en la Casa Blanca, celebradas ambas estos días.
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