Los días de parvulitos y de infantil eran muy bonitos. Sin preocupaciones de ningún tipo, con más siestas que horas al día y con mil chuches para comer. Felicidad pura. Los petos nos traen de vuelta a esos días. El síndrome de Peter Pan también. ¿Cuántas veces os habéis querido comprar un peto y lo dejáis en el probador tras comprobar (de nuevo) que no os queda bien? Julianne Hough prefirió pasar del espejo.
Si alguien hiciese estadísticas de cada detalle podría decirnos que el peto puede ser una de las prendas que más se prueba la gente en la tienda pero que más deja sin comprar.
"¡Mira! ¡Un peto! Pero no me queda bien... pero es tan bonito y me recuerda a cuando era una enana..." Ya, pero repite conmigo: no te queda bien. Ya, pero... Y así el bucle puede durar lo que sea. Cada año la historia se puede repetir como si nunca hubiese pasado.
Luego vemos a Julianne Hough y volveréis a pensar lo mismo: pues a mí me encantaría lucir el peto ese que me compré pero que sigue olvidado en el armario. Solo que no encuentro ocasión. Ya... ocasión, será eso.
Ni a Julianne Hough le queda tan bien.
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