Cada cierto tiempo aparece una nueva actriz que hay que cuidar y mimar para que llegue al gran público de otra forma, con otros envoltorio, cual regalo. Pasa con las cantantes (Florence Welch) y pasa con las actrices, que de un tiempo a esta parte parecen esforzarse más en convencer en la alfombra roja que en la gran pantalla. Rooney Mara es la última en esta dinastía de locos de la industria. Uno de los cambios de estilo más destacados en los últimos años.
Rooney Mara, la chica dulce que quería ser actriz
Como en todas las historias, el final no es como el inicio y para conocer éste hay que dar marcha atrás. ¿Es Rooney Mara tan chunga como la están vendiendo? ¿Es el nuevo icono de mujer moderna? Pues no. Más que nada porque cualquier icono creado no deja de ser una venta de humo. La joven neoyorquina era una chica dulce y con un estilo muy ladylike con el que no desentonaba ni ofrecía gran novedad (error en una industria que busca la venta por diferencia).
Estas imágenes que vemos son de 2009, en las cuales podéis apreciar que es una joven más (por aquel entonces con 24 años) que quería ser estrella. Muy Zooey Deschanel, muy Emily Browning y demás estela amante de los caramelos dulces y las caries.
2010, cambio de peinado, de tinte pero la vida sigue. Escasas novedades en el frente.
Por cierto, en 2010 ya saboreó las mieles del éxito con La Red Social aunque su papel como Erica Albright era puntual y no le valió tanto reconocimiento como este nuevo, claro.
Antes de cerrar esta etapa lo mejor es observar la fotografía que ilustra su entrada en la Wikipedia. Una sonrisa fingida ante lo que se le viene encima (lo cual ha decidido coger ella misma, tampoco nos creamos que ha sido solo la industria).
Rooney Mara, la androginia y el nuevo icono de mujer lánguida
A principios de 2011 la transformación pública ya era evidente. Ahí estaba Rooney Mara, o mejor dicho la nueva Rooney Mara, más conocida por Lisbeth Salander, el personaje que interpreta en la película Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres, nueva adaptación de la obra de Stieg Larsson.
Lisbeth Salander es lo contrario al personaje que Rooney Mara se había creado hasta ahora. De rostro frío y agrio. Sin expresividad alguna. Con unos ojos espectaculares que parecen perdidos en la nada. Un corte de pelo moderno en el cual el flequillo se lleva el protagonismo de forma recta sobre la frente y el nuevo tinte actúa cual Apocalipsis de Chanel hacia las nuevas tendencias: mal. Sin credibilidad alguna. Nueva mujer. Adiós al anterior personaje de apariencia más frágil. Lisbeth Salander es una superheroina moderna.
Con pósters así la industria termina de dibujar a la nueva Rooney Mara. Ríete tú de ladylike aquí.
Rooney Salander tiene que empezar a codearse con las tops del mercado. Toca convencer al público de la nueva creación. Las tops se sientan en front rows de semanas de la moda cuyo principal interés se traspasa de la pasarela a las sillas en las cuales podemos adivinar quiénes serán los protagonistas de los próximos meses. Salander estaba ahí, con Anna Wintour y con su antítesis Taylor Swift en una foto digna de un tratado de sociología moderna. El yin y el yang. Dos targets, dos ventas para irse a la cama feliz.
Una mirada cómplice a Diane von Furstenberg. O un sálvese quien pueda. Oscar inmediato.
Hola, Calvin, nice to meet you. ¿Te gusta tu vestido que llevo?
Y llegó el momento de la alfombra roja: hola Rooney Salander
El papel sobre la pantalla importa, pero el de la alfombra roja merece el mismo cuidado pensando en ciertos públicos ávidos de ver nuevos iconos a los que seguir o alabar. También a los que criticar, por supuesto. Pero esa no es la intención de Rooney Salander, ella pisa fuerte.
Vale, sigue sin guardar la pose como tendría, pero dadla tiempo. Ya subirán esos hombros.
La idea es no sonreír. No hay que estropear el plan. Las pocas instantáneas que hay de ella sonriendo contrastan con las centenares que retratan su frialdad.
El concepto es crearla como referente de estilo. Para ello hay que escoger grandes vestidos y grandes firmas: Givenchy Alta Costura, Prabal Gurung, Calvin Klein, Alberta Ferretti, Diane von Furstenberg, Rodarte, Miu Miu, Michael Kors, Dion Lee, Roksanda Ilincic…
Rooney Salander no deja de ser un icono sexual. Una mujer fría, segura de sí misma pero con un toque sexual con el que atraer a hombres y mujeres. Las espaldas al aíre se repiten (casualidad), los vestidos con mínimas aperturas también, hay que mostrar un mínimo, insinuar de forma moderna. Nada de mangas largas y a ser posible ocultemos menos piernas.
Hablamos de seguridad e independencia como valores, pero no consigo despegar de mi mente estropeada las sensaciones opuestas con Daniel Craig arropándola en cada evento con una postura sobreprotectora que tampoco creeré inocente ya puestos a creer en las conspiraciones.
Y así pasamos el tiempo. Viendo crecer a una artista reconvertida para adaptarse a un momento concreto, convertida en algo que sigue sin transmitir, ya que a la mínima sigue apareciendo la mujer dulce de antes. Gracias industria por estos momentos.
Fotos | Getty
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