Will Smith y su pacto con el diablo

Hay personas que, como el buen vino, con el tiempo mejoran. Will Smith tiene poco de dandy irlandés y, a diferencia de Dorian Gray, su actitud no es ni hedonista ni decadente. Sin embargo, cada día está sino más jóven (el actor y cantante de hip-hop tiene ya 47 años), por lo menos más guapo, más cachas, y más simpático, y sin duda alguna, con muchísimo más estilo que cuando interpretaba el papel del Príncipe de Bel-Air hace ahora veinticinco años de esto (1990-1996).

Después de haber participado en películas tan importantes como Bad Boys, Independence Day y Men in Black es uno de los actores de Hollywood mejor pagados - no en vano es el único actor en haber actuado en ocho de las películas mejor clasificadas en el box-office americano durante el primer fin de semana de su lanzamiento.

Cantante, actor, productor, guionista y uno de los 50 negros más influyentes de Hollywood (detrás de Oprah Winfrey), el verdadero éxito de Will Smith es Jada Pinkett. Una actriz y cantante bajita pero matona, que ha demostrado tener una gran personalidad y que ha sabido estar al lado del príncipe, permitiéndole crecer tanto profesional como personalmente, convirtiéndose en su socia en la vida y en los negocios.

Sin embargo, Will admite que, ahora que ya se le puede considerar como un hombre maduro, muchas veces siente la presión de tener que estar en forma y a la altura de sus jóvenes compañeras de reparto como es el caso de Margot Robbie (24 añitos) con quien acaba de terminar de rodar la película Focus.

El actor confiesa que hasta hace poco comía todo lo que le apetecía, pero que ahora tiene un entrenador personal que, 14 semanas antes de empezar a rodar una nueva película, le pone en forma dándole mucha caña. La primera en animarle en ponerse en forma es su mujer Jada, pero Will ha comentado que cuando entrenas y te ocupas de tu cuerpo acabas siendo mejor marido, mejor padre y mejor amigo, y que la vida también es más agradable.

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