Corrían los años 90. Las jovencitas y jovencitos soñaban con el nuevo fenómeno de las supermodelos, con las colecciones de medusas de oro de Versace y con el vídeo de George Michael de Freedom que algunas cantábamos frente a un espejo emulando a una increíble Naomi Campbell. En el fondo sin embargo se deseaba la realidad de jovencitas de la calle que no eran diosas. Y de repente... el grunge, los "Bocados de Realidad", la generación X. Y de repente... Kate Moss.
Ella llegó en el momento justo. Ni pronto ni tarde y ahí está la clave de su llegada, parada y fonda.
Si hubiera sido antes ni se la hubiera considerado entre aquel fulgor de mujeres increíbles. Si hubiera sido después, alguien como ella se le habría adelantado y ella no sería más que esa modelo bajita y pecosa con cara de Oliver Twist y cuerpo de niño.
Si observas cualquier foto de moda fuera de su contexto, hallarás tanta información sobre lo que pasa en el mundo como en la portada de The New York Times"Aseguraba Anna Wintour.
Kate Moss lo cambió todo, para siempre. Volvió la moda a la realidad pero una realidad que muchos no aceptaron: sus inicios estuvieron plagados de acusaciones de anorexia, erotización de los niños e incluso drogas. Las mujeres ya no eran deseables para la moda, ahora lo eran las niñas (sí, de más de 16 pero con pinta de 12). Calvin Klein fue el artífice de todo ello, él solito y la Moss cambiaron para la siempre la belleza de la moda (que no de la calle).
Así suena la tesis de Christian Salmon, el sociólogo francés que saltó a la fama con Storytelling, un estudio sobre el relato como técnica de manipulación dominante en el marketing, la gestión empresarial y la política. Tras ello su libro Kate Moss Machine:
Kate Moss no es sólo una modelo, sino un icono permeable y poroso, que absorbe todo lo que toca. Naomi Campbell o Gisele Bündchen, por poner dos ejemplos, no poseen esta mutabilidad. Nunca hubiera escrito un libro sobre ellas
Kate Moss somos todos. Es el icono de la nueva época neoliberal y de la generación X.
Ella cambió para siempre la altura de las modelos, cambió los deseos de los diseñadores por los turgentes pechos de Claudia Schiffer, por su figura plana y con cero curvas.
Hizo de la imperfección la continuación natural de una perfección la de las tops que parecía sacada de un cómic de La Iliada. Ella y Winona Ryder con sus Bocados de Realidad y esa pinta también de niña-niño cambiaron la faz de todo y mostraron al mundo que eran las caras verdaderas de la Generación X.
Curiosa y extrañamente ambas salieron con Johnny Depp quien parece cerrar el trío de esta cambio de belleza mundial.
Depp, Klein y Moss, nada ha sido igual después de vosotros. Para mejor o para peor depende de a quién se le pregunte.
Ver 4 comentarios