Llevo toda la semana observando con una mezcla de curiosidad e inspiración los pósters que llegan a mi departamento con imágenes de grandes científicas, matemáticas e ingenieras, muchas de las cuales eran desconocidas para mí o para el resto de mis compañeros pese a que entre sus logros se incluyan revolucionar el álgebra, desarrollar el primer tratamiento contra la leucemia o descubrir los procesos fundamentales de la física.
Lo extraordinario es que se trata de mujeres y forma parte de una campaña para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Normalmente cuando pensamos en científicas la primera que se nos viene a la cabeza es Marie Curie, pero muchas veces ahí se queda la cosa. Resulta vergonzoso que apenas haya científicas famosas con todos los hitos que han conseguido durante el último siglo, sobre todo teniendo en cuenta que lo han tenido más difícil por el simple hecho de ser mujer.
Por eso me gustaría hablar de cinco mujeres cuyos impresionantes descubrimientos y contribución a la ciencia merecen ser tan reconocidos y respetados como los de de Marie Curie.
Rosalind Franklin: cristalografía
Solamente ahora se ha empezado a reconocer la importancia de Rosalind Franklin (1920-1958), una química responsable de gran parte de la investigación sobre cristalografía de rayos X que fue esencial para el descubrimiento de la famosa estructura del ADN de doble hélice.
Esta científica tuvo que trabajar en un ambiente muy lejos de ser inclusivo para las mujeres; la actitud de sus compañeros hacia ella se refleja en el libro de James Watson La Doble Hélice en el que habla de ella desde la superioridad y refiriéndose a ella como "Rosy", un apodo que sabemos que no le gustaba nada. Trágicamente, Franklin murió de cáncer de ovario en 1958 cuando solamente tenía 37 años. Cuatro años más tarde sus compañeros Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins fueron galardonados con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, omitiendo cualquier referencia a Franklin en su discurso de aceptación.
Lise Meitner: Física nuclear
Lise Meitner (1878-1968) fue una física austriaca. No solamente fue la segunda mujer en obtener un doctorado en física en la Universidad de Viena en 1906, sino que también fue la primera mujer en Alemania en asumir el cargo de profesora titular de física en 1926. La anexión de Austria por la Alemania nazi en 1938 obligó a Meitner a huir de Alemania debido a su ascendencia judía.
Meitner y Otto Hahn descubrieron la fisión nuclear en 1939, pero el Premio Nobel de Química de 1944 sólo fue concedido a Hahn, quien restó importancia a la contribución de Meitner. El hecho fue relatado posteriormente en la revista Physics Today como "un caso raro en el que las opiniones personales negativas de una persona aparentemente supusieron la exclusión de un científico meritorio".
Mary Anning: Paleontología
Mary Anning (1799-1847) fue una paleontóloga autodidacta de orígenes humildes nacida en la localidad de Lyme Regis, en el suroeste de Inglaterra. Sus descubrimientos del primer ictiosaurio completo en 1811 y de un plesiosaurio completo en 1823 la convirtieron en una experta en fósiles y geología que desempeñó un papel clave en el establecimiento de la paleontología como nueva disciplina científica.
Su trabajo era una gran fuente de documentación para muchos de sus compañeros masculinos, a pesar de que, como mujer, no era elegible para formar parte del Instituto Geológico de Londres. Sin embargo, para cuando murió de cáncer de mama a los 47 años, Anning ya se había ganado el respeto de los científicos y del público en general por su trabajo.
Gertrude Elion: Farmacología
Gertrude Elion (1918-1999) se graduó en química en el Hunter College de Nueva York en 1937, pero no pudo completar sus estudios de posgrado debido a la Gran Depresión y pasó un tiempo trabajando como asistente de laboratorio (por 20 dólares a la semana) y como profesora hasta que obtuvo un puesto de auxiliar en la compañía Burroughs-Wellcome.
Fue ahí donde desarrolló Purinethol, el primer tratamiento para la leucemia, el medicamento antipalúdico Pirimetamina y aciclovir, un tratamiento para el herpes vírico que aún hoy se sigue vendiendo como Zovirax. Más tarde, Elion supervisó la adaptación de Azidotimidina, el primer tratamiento para el SIDA. En reconocimiento a sus logros fue galardonada con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1988, a pesar de no haber completado nunca su doctorado.
Jocelyn Bell Burnell: Astrofísica
Con un doctorado en astrofísica de la Universidad de Cambridge, Jocelyn Bell (1943-) se dedicó al desarrollo de un radiotelescopio durante sus estudios de posgrado con el que descubrió una señal de radio repetida que, aunque inicialmente fue descartada por sus colegas, acabó vinculándola a una estrella de neutrones en rotación, lo que más tarde se conocería como púlsar. Gracias al descubrimiento de Jocelyn de las señales de radio de los púlsares, algo que ha sido descrito como "el mayor descubrimiento astronómico del siglo XX", su supervisor y uno de sus colegas fueron galardonados con el Premio Nobel de Física en 1974.
Burnell fue completamente omitida como coganadora, ante la indignación de muchos destacados astrónomos de la época. Sin embargo, Burnell ha recibido muchos otros premios y honores, siendo Presidenta de la Royal Astronomical Society y la primera mujer presidenta del Instituto de Física del Reino Unido. También fue nombrada Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico (DBE) en 2007.
Inspiración
Decidí estudiar química porque me apasiona entender el mundo que me rodea y poder usar la ciencia para ayudar a la gente. Lo que he aprendido sobre estas mujeres que nunca tiraron la toalla me ha dado fuerzas cuando más me costaba seguir trabajando en mi tesis. Las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar en sus carreras fueron gigantescas en comparación a las de hoy.
No sólo eso, sino que también me ha hecho pensar en todas las increíbles mujeres con las que tengo el privilegio de llevar a cabo mi investigación, puesto que paso tiempo con científicos de muchas disciplinas que me inspiran a diario. Aunque las mujeres sigamos siendo minoría entre los científicos, no es algo que afecta a nuestra capacidad de llevar a cabo una ciencia intuitiva y revolucionaria tanto ahora como en el futuro.
Autor: Sophie Darragh, University of Hull
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí
Traducido por Silvestre Urbón.
Fotos| Wellcome Foundation Archives, Grey/Royal Geological Society, Churchill College Cambridge, Jewish Chronicle Archive/Heritage-Images y Astronomical Institute, Academy of Sciences of the Czech Republic.
Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com
VER 0 Comentario