Lo de tropezar dos veces sobre la misma piedra es un mérito más que algo negativo. Que España sea el hazmerreír por unos uniformes olímpicos horteras con chándales que los propios deportistas se sienten ridículos al llevarlos no hace reflexionar a nadie sobre un posible cambio de estrategia. No. Todo lo contrario: el contrato con Bosco Sports incluye los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Haz tú lo mismo en tu trabajo, verás qué bien lo ves mañana desde casa.
El propio secretario de Estado para el Deporte Miguel Cardenal es quien confirmó esta noticia, afirmando que este contrato se suscribió en 2009 por el Comité Olímpico Español y durará hasta 2016. Y si no se cumple habrá severas penalizaciones.
La única novedad que Miguel Cardenal aportó en su comparecencia ayer en la Comisión de Educación y Deporte del Congreso de los Diputados fue:
El gobierno ha mantenido reuniones con diseñadores españoles y vamos a intentar hablar con esta firma [la ítalo-rusa Bosco Sports] para que en sucesivas ocasiones cuenten con firmas españolas para recoger más el estilo español.
Fin de la historia.
Estos uniformes son un boceto, los cambiaremos: mentira
Lo peor es que tras el revuelo generado por los uniformes hace unos meses la propia firma Bosco Sport anunció que cambiaría la ropa olímpica. Hablamos de mayo. Hoy, 19 de julio no ha habido cambio alguno como vemos en las fotos de los deportistas olímpicos españoles.
Lo que en su día afirmaban ser un boceto es una realidad que es mejor ni mirar. En declaraciones a El País en mayo el director de Bosco, Mikhail Kusnirovich decía lo siguiente:
Hemos estudiado el folclore español al detalle y cuando presentemos a finales de mes los uniformes para los equipos olímpico y paralímpico español, estamos seguros de que tanto los atletas como los ciudadanos estarán de acuerdo en que se trata de un diseño bonito, auténtico y redondo, y, sobre todo, muy español.
Los 250.000 euros que Bosco Sport ha pagado para ser patrocinador del equipo olímpico español, 1,5 millones en los próximos seis años, están dejando una campaña de imagen cuyos resultados económicos no son cuantificables.
Foto | Boccherina
Vía | EFE > Marca, El País
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