Colas en las tiendas para hacerse con una pieza de esa colección estrella, webs de marcas caídas, reventas en Ebay, llantos porque no pudimos hacernos con lo que queríamos… Cada temporada las marcas nos ponen la miel en los labios con una prenda o una colección estrella. Y cada temporada nosotras nos apuntamos a las listas de espera con la esperanza de hacernos con ellas. En vano, claro.
Ansias de tenerlo. Obsesión por lucirlo. Frustración por no conseguirlo. Esto es, en resumen, lo que te pasa cada año cuando comienzas a ver los adelantos de las próximas colecciones de temporada y ves que en todas las revistas, blogs, cuentas de Instagram de tus bloggers y celebrities favoritas... aparece la misma pieza. Pieza que será imposible de conseguir a no ser que vendas tu alma al lado oscuro o tengas los contactos adecuados con el dueño del infierno.
Pero ¿qué es lo que hace que una prenda o una colección se convierta en el must-have de la temporada? Principalmente hay tres razones:
1)la primera se debe a la influencia de las it-girls. Famosas como Kate Moss, Kara Delevigne, Alexa Chung… que han sido pilladas por la calle luciendo la tan ambiciada pieza;
2)que esté inspirada en otr must-have de la pasarela, una versión más asequible de ese vestido que lo ha petado en los desfiles de París, de esos pantalones que triunfaron en Milán, de ese top que quita el hipo que apareció en la pasarela de Nueva York… En nuestra sección de Clonados y pillados encontrarás muchos ejemplos de este tipo de best-sellers, versiones muy asequibles de los hitazos de las marcas más exclusivas;
3)y por último, la combinación de buen diseño, un punto extra de calidad y un precio que entra en la categoría de “me lo puedo permitir”.
Pero aún hay más. Para conseguir que esa prenda o colección consiga el cartel de "sold out" intervienen otros agentes externos: por un lado, los medios que hablan de ello; por otro, las agencias de comunicación que convencen a los influencers para que lo luzcan y, por último, las it girls y las bloggers que terminan por dar la puntada final a este proceso de éxito.
¿Los culpables? Los medios de comunicación... en parte.
Lo admitimos. En estos casos, los medios de comunicación relacionados con el mundo de la moda tenemos gran parte de culpa de que suspires por esa pieza mucho antes de que llegue a las tiendas, de despertar esas ansias porque todo el mundo quiera llevar lo mismo. No lo hacemos a propósito, de verdad. Simplemente, tenemos la fortuna de acceder a las colecciones hasta seis meses antes de su lanzamiento, de ver los catálogos en exclusiva y de asistir a las presentaciones de prensa y caer, también nosotros, víctimas del amor a primera vista. Y una vez conseguido eso, lo contamos, lo contamos y lo volvemos a contar. Ya nos pasó con la blusa boho de Zara el verano pasado, el kimono folk o los bolsos de Mansur Gavriel.
¿Lo ves? Si los medios de comunicación no hubiesen insistido con el tema lo mismo jamás te habrías enterado de que hay una blusa folk monísima que va a ser lo más este verano. Y tampoco te hubieses enterado de que es la pieza perfecta para combinar con tus vaqueros, con esos shorts y también para llevar a la playa. Y lo mismo ni te hubieras planteado ir a verla a la tienda.
Hasta en la sopa.
Pues ya lo han conseguido. Ya sabes que existe esa pieza sin la cual se supone que no puedes vivir. A continuación, son las agencias de comunicación, los relaciones públicas, los estilistas y todas las herramientas del marketing la que empiezan a moverse para conseguir que las it-girls, bloggers, celebrities y todo aquel que entre en la categoría de influencer se la ponga y tú pases de conocer de su existencia a obsesionarte por copiar su look. Es toda una cadena, perfectamente engrasada.
Esta necesidad de hacerse como sea con, por ejemplo, una pieza de la colección que Balmain hizo para H&M, se recrudece con la presencia de las redes sociales. Ahora los desfiles se pueden retransmitir en directo y tiene la misma repercusión la prenda que aparece por la pasarela que la blogger que hay sentada en primera fila. Vemos en Instagram decenas de pics de las piezas que van a triunfar mucho antes de que lleguen a las tiendas y la tensión es máxima. Es como sentar a un niño pequeño frente a un escaparate de una tienda de chuches y pedirle que permanezca sentado...
¿Por qué pasa esto? ¿A qué viene tanta ansiedad? Cuando nos enfrentamos a la publicidad lo hacemos con un filtro de reticencia, ponemos distancia, no nos creemos todas las cosas que nos cuentan. Pero, ay, en las redes sociales el filtro se llama Valencia o Mayfair y todo es mucho más rebonito. Y creíble. E infinitamente más cercano. Ver a esa blogger luciendo un look de lo más apetecible nos produce la misma sensación que cuando salimos con esa amiga tan mona y nos encanta el vestido que lleva. Pensamos que si a ella le sienta así de bien, a nosotras también, qué porras. Y no nos basta con que nos lo preste. Lo queremos para nosotras. Todo el tiempo. Y que nos siente igual que a ella.
Y claro, al principio puedes intentar resistirte. Meterte en tu burbuja e ignorar todos los artículos que hay sobre el asunto y demás referencias en los medios. Pero,... ay, cuando entras a diario en Instagram y comienzas a verlo por todas partes, cuando es difícil no abrir Facebook sin chocarte de frente con la foto de la blogger de turno o ese tablón de Pinterest, donde todas están tan ideales de la muerte con la it-pieza, entonces ¿cómo no quererla tú también? ¿Es que acaso piensan que estás hecha de cartón piedra? Tú también quieres estar así de estupendérrima. Tú también la quieres. Sea como sea.
A no ser que te conviertas en ermitaña o hagas un esfuerzo supino porque te resbale lo que lleva tu celebrity favorita, la única opción para no caer en la tentación de hacerte con tu pieza favorita de la temporada, es ceder ante ella... lo antes posible.
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