Los 45 minutos entre Anna Wintour y Amancio Ortega que no fueron

Los múltiples poderes de Anna Wintour no incluyen estar en varios sitios a la vez ni dilatar el tiempo. Pese a las múltiples informaciones que señalaban el interés de la directora artística de Condé Nast por visitar las instalaciones de Inditex en Arteixo, parece que no ha podido ser. ¿O sí? En su lugar, se ve que la apretadísima agenda de Wintour se ha limitado a un encuentro con ejecutivos de la multinacional fundada por Amancio Ortega...

Así como con Dimas Gimeno, director general de El Corte Inglés e Isak Andic, fundador de Mango. Carmen Duerto revelaba ayer que la reunión con los Inditexers se limitó a 45 minutos. Nosotros nos hemos imaginado cómo podría haber aprovechado la editora esos tres cuartos de hora, de haberse plantado en Inditex de cuerpo presente.

En nuestra fábula, Anna Wintour se desplaza a Galicia en jet privado -la agenda que le habían preparado el embajador estadounidense James Costos y su marido no daba para encajar horarios comerciales- y de ahí en coche con chófer hasta las impresionantes instalaciones que Inditex tiene a tiro de piedra de A Coruña.

Wintour se baja del coche según le abren la puerta. No se detiene nada más que para darle la mano a Pablo Isla. El presidente de Inditex rompe el hielo preguntándole por las impresiones sobre su charla del día anterior en el Museo del Traje. Es cortesía: "viaje" es una de las palabras tabú para la editora. La conversación transcurre en marcha.

Anna se interesa por los diseños, con esa cortesía de cuando te encuentras con Rosa, tu compañera de 2º de BUP, 37 años después, y lo que realmente te apetece es preguntarle cómo se apellidaba porque no te acuerdas. Da igual. Estas no son sus oficinas de Condé Nast en el One World Trade Center neoyorquino. Aquí manda Inditex, y el recorrido se centra en mostrarle que diseño y distribución van de la mano.

"Fine". En algún lugar, un gatito muere de frío. Han pasado 16 minutos.

Un vistazo a…
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Producto, producto, producto

Isla señala a la jefa editorial de Vogue las partes más importantes del entramado, incluyendo un nuevo algoritmo en desarrollo que rastreará cualquier tendencia en función de la demanda global de tejidos. Wintour enarca una ceja. Isla no se entera porque ella no se ha quitado las gafas. La mera idea de que La Moda se limite a oferta y demanda, a llegar más rápido que nadie a vender lo que quiere todo el mundo, hace que se sienta vulnerable por un momento. La Moda es la creatividad ubicada, la aspiración al cruce entre efervescencia y elegancia: ésa es su única matemática, no la de saber si 20.000 toneladas de denim han salido de China en las últimas 12 horas.

La segunda pasión de Amancio Ortega en Inditex: la distribución.

Hasta que se topan con Amancio Ortega, que está colocando a mano un par de maniquíes encima de unos altavoces para explicar su nueva idea: After-Bershka, nuevo modelo de tiendas que abrirán a las seis de la mañana al lado de las principales discotecas del planeta, acompañado de un nuevo producto que supondrá su entrada en la restauración: Aquabershka

Cuando Amancio y Anna se saludan, el tiempo se detiene junto al paso de Wintour. Isla y el séquito cierran las puertas detrás de ellos. Están solos.

La conversation

-Bueno, pues esto es Inditex.
-It's fine.
-Aquí la idea es vestir a la gente, Wintour. Lo del lujo es cosa vuestra, yo es que nunca he entendido lo de hacer ropa para cuatro personas. Que juntas cuatro cosas, lo firma un tipo vestido de bailaor y pashmina en mitad de París y hala, ya es alta costura. Que me parece bien, Ana, pero que si no fuera por nosotros el resto del mundo estaría vistiendo fatal. ¿Tú me entiendes?
-Yes.
-Pues eso. Que oye, ha gustado en 200 países. Pues qué culpa tenemos nosotros. Mejor, ¿no? O sea, a mí me hicieron comprar una cama, que tú tendrás también una, y era un carallo de cara. De no sé quién. ¡Pero si es para dormir! Anda que no habrá en Ikea camas buenas. ¿Tú sabes lo que le dije yo a mi hija cuando se compró dos caballos de estos de pedigrí de millones de euros?
-No, but...
-Le dije, "mira, Marta, dinero hay y me parece bien. Pero, ¿los caballos normales no andan?".
-Fine.
-Justo eso. Pero mira, Anna, tú no estás aquí por Zara, ¿no? Quiero decir, que si quieres una prenda de algún año te la sacamos en un momento. ¿Qué pasa, Anna? En confianza.
-I need to stop Donald Trump.
-Ya veo. Tú lo que quieres es ser embajadora, ¿no? Mira, a mí salir más en Vogue me da igual. En Teen Vogue a lo mejor sí, con esto que estoy montando ahora. Pablo no lo ve, pero a mí me hace ilusión estar con los chavales. Ahí quedaría riquiña la ropa nuestra. Pero te cuento. Mira, yo ahora hablo con la gente de aquí, les paso tu correo
-What?
-...y tú les mandas algo así de dibujos que te gusten de las chicas de Internet. Y yo para la campaña te coloco 50 millones de camisetas y vestidos estampados con algo parecido y mensajes en contra del Trump. Que a mí tampoco me gusta. Ni cómo hace negocios, ni cómo se peina. Y todo el día en la tele diciendo a la gente cómo llevar una empresa. Así no, Anna. Yo te vendo a Hillary de presidenta en todas las tiendas, y tú te quedas de embajadora aquí o en París pues no sé, lo que te guste: tres o cuatro años, lo que sea. Luego te vienes aquí y me diriges las colecciones, que ojo tienes. Que se está a gusto aquí en Arteixo, ¿no?
Han pasado 44 minutos.

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