Mad Men o cómo una serie puede ser un continuo editorial de moda

El tiempo pasa a otra velocidad en las series en las que aparentemente no ocurre nada. ‘Mad Men’ ha visto cómo durante ocho años era catalogada bajo esta etiqueta fútil, al tiempo que seguía creando su propio escenario. La vida es lenta, a veces aburrida y, otras tantas, despreciable, pero apasionante si vemos cada detalle de todo cuanto nos rodea. Quedarse como un mero espectador en la serie de Matthew Weiner es perderse en el cuadro de colores primarios y no en la elección del porqué de estos. Cada capítulo, cada escena, ‘Mad Men’ ha ido recreando pequeños editoriales de moda que a la postre convivían con los personajes al mismo nivel de importancia que diálogos y acciones.

Un vestuario que habla

‘Mad Men’ es una serie de secundarios liderada por un protagonista ciego. Lo más interesante ocurre fuera del aura de Don Draper. En la construcción de estos personajes el vestuario juega un papel fundamental, convirtiendo la imagen en un rasgo más de ellos. Janye Bryant ha sido la encargada de diseñar el vestuario —nominada a tres Emmy por ello— y de dotar a cada personaje de una personalidad marcada sin necesidad de comentar una sola palabra.

Las mujeres de la serie han visto cómo se diferenciaban entre sí por los vestidos ceñidos que afianzaban las curvas más orgullosas y ambiciosas de Joan Harris —el 90% de sus looks han sido creados ex profeso—, las modelos más bellas con sus constantes crisis de identidad pero siempre con un rostro amable hacia el exterior en Betty Francis, las hijas de buena familia convertidas en esposas amantes del estilismo de Jackie Kennedy como Trudy Campbell o la superación del talento profesional que llevaba a Peggy Olson a olvidarse por momentos de su gusto estético y mimetizarse con el ambiente, convirtiendo sus estilismos en un hombre de oficina más. El personaje de Peggy crece constantemente y Janye Bryant buscó que “su vestuario se desarrollase junto a su historia”.

La serie ha sufrido todo tipo de acusaciones centradas en el supuesto machismo y representación libre del contexto de aquellos años —críticas esperadas en toda gran obra. Aún así, el vestuario de ‘Mad Men’ ha retratado un universo femenino interesante y rico, al tiempo que lograba diferenciar los distintos tipos de personajes masculinos a través de una amplia gama de trajes. Un vestuario que en “su mayoría procede de tiendas de alquiler, al ser un reparto tan grande”, afirma Janye Bryant a AMC.

Las mujeres de Don

Las mujeres de Don son polos opuesto. La perfección de Betty Francis, transmitida en los vestidos más formales, en las perlas, en los peinados —que ha acabado por adaptar a su vida diaria; “sé que a las personas les encanta verme de esa forma”, comenta January Jones— que envejecen a una joven relegada a la mesa del hogar y a esperar sentada en la silla de la cocina a sus maridos o a reunirse con las amigas (auténticas víboras como Francine Hanson) en su idílica casa de las afueras. Las vicisitudes de Betty —a quien siempre hay que querer— tienen la maldad representada en un pitillo maligno, por mucho que ella podría convencer a toda una generación del glamour de tal habito solo por verla sostener el cigarro.

Frente a ella la secretaria, aún más joven, que acaba bailando el ‘Zou Bisou Bisou’ más sexy después de conquistar a un marido (avergonzado) que cambia para ella, con un estilo y desparpajo en lo profesional y personal lejano al de Betty. Los minivestidos, el maquillaje más excesivo, los constantes cambios de peinado y los guiños a otros iconos como Sharon Tate formaron parte de un vestuario que quiere liberarse de una estética añeja.

Las dos esposas de Draper han ido compartiendo el amor por su marido con numerosas amantes, todas ellas bien caracterizadas (y con Tumblr dedicado para no perder la cuenta). Sally Draper ha sido la tercera en discordia y como tal la hemos visto crecer, cambiando de estilo con las modas y tendencias, sociales y estilísticas. El contrapunto que reniega de sus padres pero sin los que no puede estar. “Sally es en parte como sus padres, pero en general es alguien muy personal. De manera individual solo veo a Sally, y no a un reflejo de sus padres”, según Kiernan Shipka.

Los detalles

Sin los silencios ‘Mad Men’ tendría que haberse dedicado a otra función. El tiempo y el desarrollo lento favorece la captación de todos los detalles, aunque al final siempre haya muchos en el limbo. El editorial de moda cambia y la fotografía deja paso a escenas donde hay movimiento pero podríamos verlas en estático que seguirían teniendo la misma riqueza.

Los colores apagados, la luz decadente de la oficina, en especial en el despacho de Don Draper o en otros cubículos como el de Peggy Olson, el contraste de Nueva York con California… Chris Manley —nominado a cuatro Emmy por la serie— es quien podría sustituir a los Richard Avedon, David Bailey, Bert Stern y compañía que redefinieron la fotografía de la moda en los años 60.

El escenario de la acción

Todo editorial tiene que contar con su localización perfecta, aquella en la que los personajes crecen y con la que se transporta al espectador. ‘Mad Men’ ha sabido cómo convertir distintas oficinas en contextos atractivos, evitando el aburrimiento sin la necesidad de grandes localizaciones durante múltiples escenas. Detrás de esta función se encuentran Dan Bishop, como diseñador de producción, nominado cuatro veces a los Emmy, y Christopher Brown, como director de arte, con otras cuatro nominaciones a los Emmy.

Ambos han ido saltando entre las décadas de ‘Mad Men’, han vestido las casas de los protagonistas, las localizaciones exteriores y transformado cada aspecto complementario del editorial que convertía el conjunto en algo perfecto. Su labor está unida con la de Janie Bryant, para lograr que el vestuario case con el contexto, en especial en el uso de colores para evitar que la imagen acabe siendo “abrumadora”, como comenta Bishop.

Ocho años más tarde, Don Draper por fin sonríe al tiempo que llega el momento de la despedida. ‘Mad Men’, como Joan Holloway sentenció en su día, “no es una solución a tu problema, es otro problema”.

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