Le ha tocado sustituir al personaje de la ayudante de fiscal del distrito que encarnó anteriormente Katie Holmes en la última película de Batman, The dark Knight, y estoy segura de que el cambio, ha sido para mejor. Sin desmerecer a Katie, que me parece muy mona, todo lo mona que precisamente no es Maggie Gyllenhal, una actriz de raza, una actriz de academia, una actriz de peculiar y dicutible atractivo pero de incuestionable talento interpretativo.
Como bien sabeís es hermana del también actor Jake Gyllenhaal, actual pareja e Reese Witherspoon, e hija de director y guionista, de casta le viene al galgo; pocos saben que es licenciada en Filología Inglesa por la universidad de Columbia, y que se curtió en el teatro antes de dar el salto al cine.
Su estilo es cien por cien newyorkino: lo suyo es el boho chic vintage, el suyo es el típico perfil de joven culta y sensible perteneciente a la élite intelectual de Nueva York que de vez en cuando se pasea por Sundance para presentar algún film independiente y que el resto del año lo dedica a estar con sus hijos. Y la verdad es que su imagen real no dista mucho de ese prototipo. A mí, me parece genial que quiera mantenerse más o menos alejada de los focos y el barullo, y su estilo, me parece el fiel reflejo de su filosofia de vida.
De hecho, así de estilosa la hemos visto acudiendo a varios programas de televisión a promocionar este nuevo reto cinematográfico, cuál diva de los años veinte y treinta, dejando aún más claro, si cabe, que lo suyo es lo retro. El vestido negro no podía de otro más que de Lanvin.
Veremos en breve que tal se le da el cine comercial y cómo responde a la taquilla, y viceversa.
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