Miley Cyrus no es santo de mi devoción y no creo que tenga un estilo más reseñable que el de una Bratz de carne y hueso, pero alguien que tiene casi 27 millones de entradas en internet y es una de las adolescentes más ricas del planeta, bien merece unas cuantas líneas de interés. Y es que la gracia de este oficio consiste en poder hablar con la misma soltura de la Reina Madre o una jovencita de dieciséis años que levanta pasiones.
No soy fiel seguidora de su serie de televisión y creo que no la he oído cantar nunca, aunque tengo entendido que lo hace bastante bien, así que no pongo en duda sus aptitudes como actriz ni sus dotes para el espectáculo, es más, respeto su vertigonoso e imparable camino hacia la gloria y bendigo que no sea una integrista de lo puritano como lo son tantas otras.
A nivel de estilo sí puedo entrar a juzgar, porque la ropa no engaña y ahí no hay personalidad que valga: digamos que es una jovencita vulgaris, vamos, que tiene un look de lo más normalito, para bien, y para mal, aunque últimamente está escalando puestos. Ayer mismo sorprendía en la gala de la canción country celebrada en Nashville, estaba muy guapa enfundada en un vestido floreado de Roberto Cavalli. Bien por Miley.
Foto | faded youth