Que los códigos a la hora de vestir están cambiando es un hecho indiscutible. Hasta ahora, existían una serie reglas - muchas veces no escritas, pero en las que primaba el sentido común -, que la mayoría adoptaba socialmente porque especificaban la manera correcta de vestir en determinadas ocasiones o situaciones, lo que resultaba muy cómodo porque así uno no se solía equivocar.
La primera vez que recuerdo una transgresión en toda regla de este código fue cuando hace muchos años, en un programa de Telecinco al que llamaron VIP Noche, el humorista, músico y presentador Emilio Aragón empezó a utilizar como si fuese un uniforme un smoking acompañado por deportivas de color blanco. Una indumentaria que pasó a convertirse en marca de la casa.
Lo de ponerse pantalones vaqueros ajados y rotos pasó de ser un gesto de rebeldía un tanto grunge entre los más jóvenes a un atuendo trendy y cool que algunos raperos se han atrevido incluso a lucir en photocalls o alfombras rojas. En estos momentos, me estoy acordando de Kanye West, quien incluso se ha animado a diseñar una colección donde la prenda estrella es un jersey sobredimensionado lleno de rotos y dado de sí.
Eurovisión, ¡cuánto hemos cambiado!
A mediados de mayo tuvo lugar el LXI Festival de la Canción de Eurovisión en Estocolmo. Cuando era pequeña, recuerdo perfectamente reunirme en torno a la televisión con el resto de la familia para verlo. Era un día de fiesta, parecido al de Fin de Año, en el que nos permitían a los más pequeños permanecer despiertos hasta que los distintos países realizaban todos sus votaciones. Lo recuerdo todo como grandioso: el escenario, las luces, las indumentarias de los participantes.
Ha llovido mucho desde que en Eurovisión actuaron Massiel vestida uno de esos vestiditos cortos en forma de A de Courrèges, o Salomé con aquel traje alucinante de Pertegaz realizado con canutillos de porcelana. El caso es que hemos visto tantas fotos de ellas que continuamos teniendo muy presente aquella época, y eso que han pasado ya más de cuarenta años.
Gracias al libro publicado hace dos años por Björn Ulvaeus, el cantante y guitarrista del grupo Abba, nos hemos enterado que los componentes del grupo Abba no eran trend-setters ni horteras, sino que la razón de su estética basada en trajes de raso adornados con paillettes y botas con plataformas obedecía sólo a que vistiendo de esa manera desgravaban impuestos al poderse deducir los gastos del vestuario a la hora de pagar impuestos en su país (Suecia).
Hablando de Eurovisión y de vestuarios, Barei nuestra última representante actúó luciendo un vestido que era como una camiseta XXL de paillettes doradas con un gran tres en el pecho. La propia cantante comentó que había querido mantenerse fiel a su estilo urbano y desenfadado por lo que había huído de diseñadores de renombre, y para poder tener libertad de movimientos y bailar sobre el escenario se puso unas zapatillas como las que suelen llevar buena parte de los eurofans de toda Europa.
El fin de la etiqueta en la oficina
Otra película que por lo visto me impactó mucho más de lo nunca supuse fue "Armas de Mujer" en la que Melanie Griffith interpretaba a una secretaria avispadilla que sólo con tomar prestado del armario de su jefa ausente prendas de ejecutiva agresiva lograba que sus propuestas fuesen escuchadas por los más altos directivos de su empresa.
Dicen que el hábito no hace al monje, pero cuando existe esta expresión es que a más de uno le han dado gato por liebre. Las apariencias importan, y mucho. No en vano Gabrielle Chanel solía decir: "Viste vulgar y sólo verán el vestido. Viste elegante y sólo verán la mujer". Imagino que hay que tener un coeficiente intelectual de 160 como Einstein para vestir siempre de la misma manera, ya que eso evita el número de decisiones a tomar cada mañana, evitando gastar energía y capacidad intelectual en cuestiones menores. Una premisa que también seguía al pie de la letra Steve Jobs y, ahora también, Mark Zuckerberg que sólo viste con vaqueros y camisetas.
Últimamente se ha hablado mucho de la demanda interpuesta por Nicola Thorp a la empresa de consultoría PricewaterhouseCoopers por haberla despedido por ir a trabajar de recepcionista con zapato plano. Los responsables de RR HH argumentaron que el código de vestimenta de la empresa obligaba a las mujeres a ir a trabajar con zapatos de tacón, aunque yo, personalmente, creo que utilizaron esta excusa porque se trataba de un trabajo temporal y no quisieron renovarle el contrato.
Los pies descalzos de Julia Roberts
Más sorprendente me resultó ver durante el último Festival de Cannes a la actriz Julia Roberts vestida con un elegante traje negro de Armani y luciendo un gran esmeralda valorada en millones de dólares desfilar por la alfombra roja, y subir las escalinatas del Teatro del Festival con los pies descalzados.
Puede que se tratase de llamar la atención de los medios para reivindicar aquella noticia que circuló el año pasado en la que se aseguraba que los responsables del festival habían impedido el acceso a la alfombra roja a dos mujeres porque no llevaban zapatos de tacón, o también puede tratarse de apoyar esa propuesta empeñada en que el Parlamento americano apruebe la ilegalidad de que las empresas puedan exigir a las mujeres llevar puestos zapatos de tacón en el trabajo. ¡Quién sabe!, no sé porqué me da que se olvidó de los zapatos o que estos le hacían daño.
Otra imagen que no ha tardado en dar la vuelta al mundo fue la de una mano apareciendo en primer plano de las pantallas de las televisiones al acercar una rebequita a una presentadora del tiempo de la cadena KTLA TV de Los Angeles porque su vestido se transparentaba con los focos.
La presentadora intentó quitarle hierro al asunto diciendo que se había tratado de una broma, pero las redes sociales empezaron a hervir comentando que este acto era un intento de controlar la forma de vestir de las mujeres.
Donde fueres haz lo que vieres
Sin entrar en polémicas, lo suyo debería ser poder ir a trabajar como uno quiera, siempre y cuando la indumentaria que se elija no interfiera en el trabajo que se ha de realizar. ¿Os acordáis de Erin Brockovich y de sus escotes? Pues esta mujer siempre reivindicó que su forma de vestir no interfiriese en su trabajo de investigación para aclarar el porqué el agua hacía que las personas enfermasen de cáncer en una pequeña localidad de Estados Unidos.
Me he puesto en contacto con dos amigos. Uno trabaja en el Banco de España y otro en una Consultoría importante de Madrid. A la pregunta de si se rigen por algún Dress Code los dos me han dicho que no existen normas escritas, pero que es costumbre vestir de forma homogénea. En otras palabras: los cuadros directivos y técnicos de cierto nivel van de traje y corbata sobre todo porque han de reunirse con frecuencia tanto dentro como fuera de sus oficinas. En cambio, los cuadros administrativos van todos en vaqueros y camisetas. Con la llegada del buen tiempo, cada vez son más los que en la jefatura se animan a ir a la oficina sin corbata pero con chaqueta, y aunque tímidamente, alguno empieza a apuntarse al Casual Friday (siempre que no se tenga que asistir a ninguna reunión importante).
En cuanto a las secretarias o asistentes, las de los jefes más importantes van casi todas de Chanel; la de los cuadros directivos medios van mucho más casual. También me comentaron que hay informáticos o administrativos de alto rango pero que como suelen estar encerrados en sus despachos y no suelen reunirse con clientes pueden ir vestidos con un estilo sportwear, y nadie les dice nada.
Poco a poco, el sentido común se va imponiendo en todos los órdenes de la vida, y siempre que se vaya correcto cada vez hay más libertad para que cada uno vista como quiera.
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