Haciendo una media, me gasto unos 600 euros por boda, lo que hace unos 4.200 en total si fuera a las 7 que tengo este año. Casarse es caro (según un estudio de Bodas.net, Esade y Google, el coste medio de una boda en España es de 20.000 €) pero ir a una boda es un lujo. Y, para mí, que me inviten es un drama.
Me explico. Las bodas se han convertido en la experiencia millennial más cara de todas. Y el tema se nos está empezando a ir de las manos. Todo el mundo quiere la perfecta despedida y boda a cualquier precio. Y nadie piensa en mi los pobres invitados. Puede que Internet tenga parte de culpa. ¿Si dejáis de ver cosas tan ideales en las redes sociales se os quitarán las ganas de casaros a lo grande a todas?
Empecemos por las despedidas de soltera
El precio de las despedidas de soltera es cada vez mayor. ¿Dónde quedó esa cena con amigas y posterior fiesta de toda la vida en tu lugar de residencia? Ahora lo que se lleva es irse de viaje de fin de semana y cuanto más lejos y más caro lleno de planes, mejor. Yo me arrepiento profundamente del dinero que me gasté en la última despedida de soltera a la que fui. 800 euros por un fin de semana en Ibiza. Un dinero que para mí ha significado varios fines de semana en casa sin hacer plan. Pero claro, ¿quién es la rancia que dice que no va a la despedida?
A veces lo mejor es inventarse una excusa. Pero eso no puedes hacerlo en todas. Y menos cuando tu pepito grillo interno te susurra que puede que sea la fiesta del año y tú no estés... Al final, te ves arrastrada a un viaje cuyo precio no para de encarecerse. Lo único que puedes hacer es llorar rezar por que las simples cenas con un pene en la cabeza se vuelvan a poner de moda.
Muchas me entenderéis cuando digo encarecerse. No es solo el coste del viaje y la estancia, no. También hay que comprar disfraces para todas y bañadores o camisetas a juego con "Bride Squad" escrito bien grande. A esto súmale que salgáis de fiesta, vayáis de brunch y les haya dado por jugar al paintball, alquilar unos quads o un barco. Si eres afortunada, habrá una manitas en el grupo que se ofrecerá a personalizar las camisetas básicas de Primark.
Además, llamadme egoísta pero, aunque no me cueste dinero, el tiempo que invierto en contestar en ese grupo de whatssap que cada vez que miro tiene 200 mensajes vale mucho para mi. No todo el mundo puede estar pendiente a cualquier hora del día. Y esto las que se han propuesto amortizar el precio de la boda al máximo no lo entienden. Ellas disfrutan de la experiencia y yo vivo con el miedo a que me critiquen por ser cero participativa. ¿Tan raro es que no me motive la idea de quedarme en negativo en mi cuenta?
Por eso, aunque las conversaciones de dinero son íncomodas, después de mi experiencia con las despedidas y las bodas de este año me he dado cuenta que son necesarias. Y ya he dicho que no voy a la siguiente despedida. No puedo permitírmelo. Si la novia en cuestión es de verdad mi amiga debería entenderlo.
Los gastos de la boda
Lo peor de todo esto es que los gastos de la boda no terminan con la despedida de soltera. Ojalá. Luego viene la compra del look de invitada y la transferencia del regalo. Porque ahora el regalo ya no se da en un sobre. Las invitaciones vienen con su correspondiente número de cuenta directamente impreso junto al nombre de los novios y la fecha y dirección. Algunas parejas se cortan y lo ponen en un papel pequeño adherido de alguna forma a la invitación, pero rara es la invitación de boda que no lo incluye. Aún así a veces hay algún sentimental que se resiste a esto tan frío y se inventa alguna forma original de dar dinero físico (botellas llenas de monedas, billetes usados para hacer origami... he visto de todo).
Eso si tienes suerte y la que se casa no es de tus mejores amigas. Porque si lo es, te tocará aumentar considerablemente la cantidad de dinero que le das (por eso de que sois más cercanas y no le puedes dar lo mismo que al resto) y tener algún detallito extra con ella.
También puede que tengas la "suerte" de que tu amiga se case fuera de tu ciudad. Si esto pasa, tendrás que viajar hasta el sitio en cuestión donde celebrará su boda y reservar no una sino dos noches de hotel: la anterior y la del día de la boda. Todo el mundo va a la preboda o, lo que es lo mismo, a la fiesta que se organiza la noche antes de la boda. Estas fiestas originalmente eran las cenas que preparaban las parejas como agradecimiento a los invitados que se habían desplazado desde diversos puntos. Ahora son un básico. Y ya no son cenas, son todo un evento en el que se cuida todo. Desde la decoración hasta el vestuario. Eso sí, las hay de todo tipo. Más o menos formales.
Originalmente el propósito del regalo de bodas en forma de dinero era ayudar a los novios a empezar su vida juntos, ahora pagamos el precio de entrada al evento. Y cuesta más que la entrada a un concierto de Beyoncé. Cuando recibes la invitación te viene la correspondiente cuenta a la que hacer la transferencia. 150 euros por persona es lo estándar. Que normalmente da para pagar el cubierto y, a veces, parte de la luna de miel. Digo parte porque como ya nadie hace un viaje de novios normalito a Canarias y lo más común es irse a un combinado exótico o a Japón, pues no da para pagar el viaje entero.
Lo que no me parece bien es que esto se haya convertido en una obligación y un mínimo. Yo no he pedido a nadie que se gaste 230 euros en mi cubierto, que se case en una finca enorme de las afueras y que tenga todo tipo de rincones decorados en su boda. Y me parece injusto que nos sintamos mal por poner poco dinero o nos pongamos de los nervios a la hora de organizar las vacaciones para que cuadren con estos compromisos.
Existe una "presión social" invisible que hace sentir a la gente que necesita que su boda sea un clon de las que se ven en Instagram. Sé de lo que hablo. Esto no solo lo he visto en mi circulo social, trabajé tres años en una revista de novias que publicaba "bodas de gente real" y charlé con muchas novias. Todas se pasaban un año intentando imitar la perfecta boda Pinteret/Instagram. Lo que a priori no veo mal. Puedes usar Instagram como inspiración pero lo que está pasando es que lo queremos todo. Ese es el error. Y son expectativas poco realistas.
Las bodas que vemos en Instagram (o Pinterest) ponen el listón muy alto. Volvamos a la realidad. Con los sueldos que tenemos no nos lo podemos permitir. Y lo siento pero no, no voy a pedir un crédito para poder llevar este ritmo.
Por eso, como tengo claro que no voy a pasar más por esto por cualquiera, he encontrado mi particular Marie Kondo bodil. Diré que no a tantas bodas como considere necesario. Y para decidir a cuáles voy me haré la siguiente pregunta: ¿echaría de menos a esa persona el día de mi boda? Si la respuesta es que sí, iré a la suya pero si es que no, no iré.
A todo esto, llevo tiempo diciendo que mi boda será todo lo contrario a este infierno que estoy viviendo. Alardeo de que será sorpresa como la boda de Jessa en Girls e invitaré a todo el mundo por el móvil a unas cañas que en realidad serán mi boda, todo con pizza y hamburguesas como catering. Pero, ¿lo haré de verdad o finalmente caeré y me convertiré en una novia al uso más?
Fotos | 3 bodas de más, Instagram, 27 vestidos, Girls
Ver 3 comentarios