Tenía ocho años, pero lo recuerdo a la perfección, al igual que el día de la mítica rueda de prensa para anunciar su compromiso o el del nacimiento de la princesa Leonor. Era un 22 de mayo de lo más lluvioso y Televisión Española emitía un especial para cubrir la boda del entonces príncipe Felipe con la que pasaría a ser princesa, la periodista Letizia Ortiz.
También me viene a la memoria cómo se especuló, hasta su confirmación, sobre dónde celebrarían su boda. La infanta Elena lo había hecho en Sevilla y su hermana, la infanta Cristina, en Barcelona. Los futuros reyes escogieron Madrid, la Catedral de la Almudena, donde todos los ojos se posaron en la fecha señalada en rojo en el calendario para ver el desfile de invitados y, por supuesto, a los novios.
El tiempo no pasa en balde, pero sin duda, hay detalles de ese día que aún permanecen en el recuerdo y que hoy me apetece repasar en el 19 aniversario del "sí, quiero" de don Felipe y doña Letizia.
Prácticamente desde que salió a la luz la noticia de la relación entre los actuales reyes de España, la campaña de desprestigio contra doña Letizia comenzó a urdirse y el día que pasó por el altar no quedó exento del filtro de sus detractores. Una de las cosas que más se comentó fue la mirada que lanzó la periodista nada más llegar a la catedral: tensa, casi de enfado, porque claro, que estuviese nerviosa, por lo que sea, y que cayese la mundial y le sentase fatal como casi a cualquier novia el día de su boda no eran excusas suficientes. Hace poco hemos sabido que además la reina llevaba enferma varios días con fiebre, por lo que probablemente eso también le afectase a su ánimo y semblante.
Ernesto de Hannover, primo de doña Sofía, exmarido de Carolina de Mónaco y padre de Cristián de Hannover, marido de Sassa de Osma, cuyo estilismo con mocasines en look azul marino fichamos hace unos días, se marcó una de las suyas. El príncipe alemán es conocido por llevar una vida de excesos y la noche previa a la boda de los reyes terminó en, atención, la discoteca Gabana, con pelea incluida. Los niveles de la fiesta subieron tanto que su entonces todavía esposa acudió sola a la ceremonia y él se incorporó, por la puerta de atrás, literalmente, más tarde.
Un momento que seguro no has olvidado fue el de las patadas que Froilán (sí, voy a hacer la bromita de que ya por entonces se veía venir cómo iba a terminar la cosa) propinó a otra de las damitas del cortejo. La agraviada era su prima, Victoria López Quesada, de la rama Borbón Dos Sicilias.
Además de ellos, el resto de niños que acompañaron a doña Letizia en su entrada al templo fueron la sobrina de la reina, Carla Vigo, Victoria Federica, influencer por sorpresa, a la que hace poco vimos luciendo la tendencia de las cejas rosas, y los hijos de la infanta Cristina, Juan, Pablo y Miguel Urdangarín.
Ahora que Tamara Falcó se encuentra envuelta en la polémica con amenaza de pagar hasta un millón de euros de multa antes de su boda con Íñigo Onieva debido a su ruptura de contrato con Sophie et Voilá, la marca en un principio escogida para crear su vestido de novia, resulta aún más curioso saber los pormenores del de doña Letizia.
El diseño que lució la reina lo firmó la casa Pertegaz, una de las clásicas de la moda española. De la propuesta destacó su cuello, muy similar al del traje blanco impoluto que llevó cuando anunciaron el compromiso ante los medios. Estaba además bordado con hilos de plata y oro y aunque su precio rondaba los 45000 euros, el creador quiso que fuera un regalo, pero doña Letizia pagó una cantidad simbólica de 6000 euros.
Siguiendo con la temática del estilo, uno de los looks inolvidables de ese día fue el de Rania de Jordania, vestida con camisa blanca y falda satinada lila, uno de los colores en tendencia esta primavera-verano 2023, con detalles de encaje. Todo a medida firmado por Givenchy. Desde entonces, las comparativas en cuestión de moda entre las dos nobles han sido incesantes.
En cuanto a la gastronomía del evento corrió a cargo de Jockey, que decidió representar las diferentes autonomías de España con 17 aperitivos que fueran un bocado de la comida tradicional de cada una de ellas. Por supuesto, no hubo baile ni barra libre, pero se rumorea que de Zarzuela desaparecieron piezas de algunas vajillas y de las cuberterías de plata. Y mira, estas son cosas que nos igualan con los invitados exclusivos que asistieron al enlace, ya que en las bodas que no son reales a más de uno se le va también la mano.
En concreto presenciaron en riguroso directo el "sí, quiero" 1200 asistentes con representación de 24 casas reales y vestidos blancos aparte del de la novia incluido. Una de ellas, aunque se cubrió con un abrigo, fue Marie Chantal, que hace unos años protagonizó una polémica con doña Letizia a raíz de la discusión público de esta con su suegra, la reina Sofía.
Otra cosa que resaltaron los medios en su momento fueron las largas colas que se formaron para ir al baño durante la celebración, ¡hasta una hora! Sabrá Dios el número de cistitis que salieron de ahí. Al parecer, como todos los imprevistos de ese día, se debió a la lluvia, por muy raro que suene.
Y si Ernesto de Hannover se enzarzó la noche antes, en la propia boda llegó el turno de dos invitados: Víctor Manuel de Saboya y Amadeo Aosta, que llegaron a las manos por algo además inexistente a día de hoy, el trono italiano.
Una vez que pasó el día B, los ya príncipes se embarcaron en una luna de miel que comenzó por la geografía española y los llevó más adelante a lugares como India o China. El 24 de junio volvieron a Madrid para comenzar con su agenda oficial que en 2014 los llevó a coronarse como reyes.
Fotos | nyc.royalwatcher y Gtres
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