Rodarte ha sido una de las mejores cosas que le ha pasado a la Semana de la Moda de Nueva York de este año. Un desfile que ha comenzado algo repetitivo para después subir el volumen ochentero y, poco a poco, volverse tan gótico y glamouroso como un look de Rooney Mara en la alfombra roja. Todo para llevarnos a ese finale apoteósico, una novia inesperada de fantasía que nos hace querer quedarnos a vivir en el mundo de Rodarte.
Todo ha comenzado con una batería de looks de estilo años 40, con estilismos a lo ama de casa americana que encarnaban a la perfección el espíritu Betty Drapper. Hombreras, diseños satinados cruzados, cinturas de avispa, volantes y esa elegancia excesivamente pulida de las mujeres de la época. En efecto, parecía que Rodarte volvía a repetir su fórmula de la temporada pasada, pero eso es solo lo que sus diseñadoras querían hacernos creer.
Pronto el desfile subió el volumen al glitter y las lentejuelas, a los pantalones altísimos y ajustadísimos llenos de brillos multicolor ochenteros que habrían obsesionado a la mismísima Olivia Newton John. Mientras en nuestra cabeza va sonando la banda sonora “You’re the one that I want, na, na, na” no podemos dejar de notar que el maquillaje y los looks son cada más oscuros, dramáticos en intensos.
Esto era solo el preludio de lo que estaba por llegar. Porque el gótico más dark y el punk más sofisticado han tomado control del desfile de Rodarte. Auténticas vampiresas han lucido las siluetas más alargadas, voluminosas y abullonadas, blancos y negros y hasta telas de araña decorando los diseños. Todas ellas haciendo de acompañantes a ese gran final.
Una novia en satén estampado con cola azul y un tocado de flores que cubre el rostro al completo. Mitad ninfa del bosque, mitad criatura de Tim Burton. No sabemos qué fantasía ensoñadora es esta, pero que no nos despierten. Queremos quedarnos en el universo de Rodarte cinco minutitos más.
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