A menudo se nos olvida el niño o el adolescente que llevamos dentro, ese que reflexiona en otro código distinto al nuestro, y que a menudo ofrece pensamientos mucho más enriquecedores que los de un adulto. Como se suele decir, "los niños no son tontos: solo son pequeños". Y si nos detenemos a escucharlos pueden aportarnos grandes lecciones de vida. Estos escritores lo sabían, y pegaron el oído a su niño interior para ofrecernos un punto de vista mucho más fresco y, por qué no reconocerlo, más sabio también. Estos libros para adultos narrados por niños y adolescentes son, además, verdaderos tesoros literarios.
'El Principito', de Antoine de Saint-Exupéry
Nunca es tarde para leer este maravilloso cuento que encierra frases para enmarcar. Aquel pequeño príncipe de cabello rubio y rizado con el que el autor se topa en el desierto tras sufrir una avería en su avioneta es digno de escuchar, de leer y de seguir. Sus desventuras con la rosa que cuida en su pequeño planeta, su angustia con el baobab y su viaje interplanetario, en el que se va cruzando con personajes arquetípicos, son pequeñas enseñanzas que te van a dejar, a menudo, un pequeño peso en el corazón. Porque lo que nos trata de contar El Principito es, sobre todo, que nunca deberíamos dejar de ser niños ni de asombrarnos: es mucho más enriquecedor ver una serpiente tragándose un elefante que un aburrido sombrero.
'El guardián entre el centeno', de J. D. Salinger
A estas alturas Holden Caulfield se ha convertido ya, para millones de personas, en un mito literario. Ese adolescente que pasa apenas dos días vagabundeando por Nueva York después de haber sido expulsado de la escuela y que se cruza con todo tipo de personajes y experiencias ha servido de inspiración a no pocos artistas. Porque Holden es especial, y mucho. Lo sabrás si decides sumergirte en su pequeña/gran aventura, en la que en realidad pasa de todo. Narrado con una prosa deficitaria, propia del adolescente que habla, esta novela más bien breve maneja a la perfección los códigos de esa etapa confusa y reveladora de la vida.
'Lolito', de Ben Brooks
Antes de nada he de confesar que Lolito me recordó, y mucho, a El guardián entre el centeno. Pero hago un par de salvedades: a Etgar, el protagonista de esta novela, le suceden cosas que te arrancan por momentos la carcajada —diría que el humor de la obra de Salinger es más sutil—, y el poso de tristeza que deja la vida de Etgar frente a la de Holden es menor. Aun así, Salinger es un claro referente para Ben Brooks, quien, a sus veintipocos años, ha publicado ya un buen puñado de novelas. Este genio odiosamente joven te hará reír y enternecerte con la historia de un adolescente que, en esencia, está sufriendo de mal de amores.
'El niño con el pijama de rayas', de John Boyne
Este best-seller ha adquirido tal condición en un tiempo récord. Porque la historia del Holocausto narrada desde la mirada infantil de dos pequeños, uno del bando opresor y otro del bando oprimido —aunque el primero, obviamente, no tiene culpa de nada— es, sencillamente, maravillosa. La capacidad de un niño que vive rodeado de alambres de espinos y, sin embargo, goza de un estatus socioeconómico privilegiado, que no entiende qué hay al otro lado de la alambrada, para verse a escondidas con un niño de pelo rapado y pijama de rayas, te va a sorprender y emocionar a partes iguales. Uno de esos libros que te van a hacer llorar lo quieras o no. Tan hermoso como imprescindible.
'El diario de Anna Frank', de Anna Frank
Los cuadernos que esta adolescente escribió escondida en una buhardilla de Ámsterdam entre 1942 y 1944 —cuando un vecino los delató a ella y a su familia— y que, tal y como consignó antes de morir en un campo de concentración, pidió que fueran publicados, son la esencia misma del horror de aquellos años. Si en el libro anterior nos queda el resquicio de la ficción para respirar, lo que aquí leemos es la vida misma, en directo: Anna fue relatando, día a día, lo que sucedía en aquel microespacio en el que ella y los suyos vivían hacinados pero que era, paradójicamente, su salvación. Ser testigo de cada pequeño detalle de lo que allí sucede te hace viajar a aquel habitáculo de la Europa de la Segunda Guerra Mundial y de sentarte junto a ella a esperar. Te estremece y te abofetea. Casi literalmente.
'Claus y Lucas', de Agota Kristof
De nuevo la Segunda Guerra Mundial como escenario, de nuevo el horror, pero contado con una simplicidad que pone los pelos de punta. Antes de nada he de advertir que esta novela no es apta para corazones demasiado sensibles, ya que lo que allí sucede hiela la sangre. Porque en esta historia no existe la moral: está borrada del mapa. Agota Kristof reúne en este libro, que son tres novelas en realidad, la historia de dos gemelos que son enviados a vivir con su abuela, y su posterior devenir en una Europa atravesada por la destrucción y las ideologías. Narrada en una prosa seca, sin condicionantes morales, en lo que se cuenta lo que sucede sin más, cada nuevo libro es un giro de tuerca que completa el anterior. Lo dicho: si tienes ánimo para abordarla, no te vas a arrepentir.
'Toda la verdad sobre las mentiras', de José Antonio Palomares
«Yo debía de tener once años, o quizá diez, o quizá doce, el día en que papá vendó teatralmente los ojos de mamá con un paño de cocina y la condujo a ciegas al salón…», nos cuenta su narrador. Ese niño de los años ochenta que fue su autor nos introduce en su novela en un mundo que no será ajeno a ningún lector de entre 35 y 50 años; aquella infancia de barrio trabajador de Madrid, aquellos recuerdos en forma de olores, de sabores, de impactos visuales, se nos cuelan en la memoria y ya nunca nos abandonan. Porque todos hemos sido José Antonio Palomares, todos nos merecemos este baño de memoria infantil.
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