Tener un perro es una gran responsabilidad. No hace falta saber demasiado de animales para entender que es una decisión que condicionará nuestras vidas durante unos cuantos años. Sobre todo en dos aspectos: tiempo y dinero, dos bienes de los que no siempre andamos sobrados. Un perro implica tener el tiempo necesario para pasearlo tres veces al día y el dinero para alimentarlo, llevarlo al veterinario y estar preparado para los imprevistos que puedan surgir. Pero no desesperemos. Si siempre hemos querido tener un perro y las circunstancias nos lo impiden, hay muchas opciones para disfrutarlos de una manera diferente a la convencional.
Hacer de casa de acogida para cachorros o adultos
Todas las protectoras de animales tienen problemas de espacio. Por desgracia, el abandono de animales no se detiene (las cifras dicen que 137.000 perros fueron abandonados en 2016) y los refugios suelen estar desbordados, sobre todo en las épocas calientes, como el verano o el fin de la temporada de caza. De ahí la importancia de las casas de acogida: familias que deciden acoger temporalmente perros que no tienen otro lugar donde vivir.
Uno de los casos más habituales de abandono es el de camadas enteras de cachorros. Suelen aparecer en descampados o contenedores y todavía no pueden comer por sí mismos, así que, en ausencia de la madre, su única posibilidad de supervivencia es la alimentación con leche artificial. Esa es otra de las misiones de las casas de acogida (casas nodrizas, en este caso), cuidar de cachorros, darles el biberón cada ciertas horas e ir introduciendo la alimentación sólida hasta que estén preparados para entrar en el proceso de adopción.
¿Para quién es ideal esta opción? Para quienes son conscientes de que tener un perro es un proyecto a largo plazo, que implicará una gran responsabilidad durante diez años o más. Puede que en este momento dispongamos de tiempo para tener un perro, pero no queramos hacernos con uno por miedo a que nuestras circunstancias cambien en el futuro. En ese caso, esta será una muy buena opción para quitarnos el gusanillo y, de paso, hacer una gran labor.
Apadrinar perros
Casi todas las protectoras de animales disponen de un programa de apadrinamiento de los animales que viven en sus refugios. El padrino paga una cantidad mensual (suele rondar los 10 euros) y, dependiendo de cada asociación, tiene distintos beneficios. Muchas protectoras permiten visitar al animal, pasearlo y, durante unas horas, disfrutar de la compañía de un perro que será un poco nuestro.
¿A quién beneficia esta opción? Es la opción ideal para quienes disponen de poco tiempo. Generalmente, las protectoras limitan unos horarios para las visitas de los padrinos (por ejemplo, un sábado o domingo al mes), por lo que podremos seguir con nuestra rutina y, al mismo tiempo, sentir que, en cierto modo, tenemos un perro a nuestro cargo, al que además estaremos ayudando económicamente.
Pasear los perros de alguien que lo necesite
En España todavía es extraña la profesión de paseador de perros, pero en otros países está a la orden del día. Pasear al perro de otra persona es una gran responsabilidad y quien lo haga debe estar bien preparado, conocer al animal para prever sus reacciones y ser realista sobre cuántos animales será capaz de pasear al mismo tiempo.
Pero no siempre tiene por qué convertirse en una fuente de ingresos. A veces, podremos hacer esta tarea simplemente para ayudar a los demás. Una vecina anciana, un amigo que se ha roto una pierna... son solo algunos ejemplos de gente a la que podremos ayudar y, de paso, quitarnos el mono de tener nuestro propio perro.
¿Quiénes son los mejores candidatos? Gente joven que querría tener un perro, pero no puede porque en su casa no le dejan o no está permitido en un piso de alquiler, por ejemplo. Y si, de paso, pueden ganar unos euros paseando perros ajenos, mejor que mejor.
Convertirte en babysitter canina
Hay circunstancias en las que un propietario de perro tiene que separarse de él temporalmente. Vacaciones, una urgencia médica... son casos en los que se puede confiar el perro a una residencia canina. Pero hay quien prefiere un cuidado más personalizado para sus mascotas y opta por un cuidador o babysitter. Existen webs especializadas, como Dogbuddy, en la que se ponen en contacto personas que necesitan dejar a su perro durante unos días con cuidadores que se ofrecen a hacerlo a cambio de una pequeña cantidad de dinero.
¿Quién puede optar por esta posibilidad? Esta es una opción que permite tener un perro de forma temporal, por lo que es ideal para quienes disponen de tiempo libre para dedicarle al animal, pero no quieren comprometerse o no pueden asegurar que lo vayan a tener siempre. Se comportarán como propietarios responsables durante los días acordados, pero sin comprometer su rutina de la manera que lo haría tener un perro propio.
Ser voluntario en un refugio
Cualquiera que haya sido alguna vez voluntario en un refugio de animales abandonados nos dirá dos cosas: que es un trabajo duro y que siempre merece la pena. Hay diferentes tareas que se pueden desarrollar: limpieza, alimentación, paseo de los animales, tareas administrativas... Algunas serán más duras que otras, pero los habitantes de los refugios siempre nos devolverán con creces el esfuerzo en forma de lametones, juegos y cariño incondicional.
¿Quién puede ser voluntario? Generalmente las asociaciones requieren que el voluntario sea mayor de edad y, sobre todo, que adquiera un compromiso firme. Dependiendo de cada refugio y su forma de trabajar, podrá adaptarse más o menos a nuestros horarios disponibles, pero, una vez que nos comprometemos, debemos ser responsables y serios.
Actividades con niños
Cuántos padres se enfrentan cada día al drama de que sus hijos les piden un perro y ellos no lo ven claro. Si esta es vuestra situación, podéis buscar una opción en que los niños disfruten de la compañía de los animales sin necesidad de adquirir el compromiso de añadir un miembro canino a la familia.
Algunas asociaciones tienen actividades específicas para niños y, con un poco de imaginación, se pueden encontrar acciones de las que se beneficien mutuamente niños y animales. Una de las que más nos ha gustado la hemos encontrado en Estados Unidos, donde niños de entre 6 y 15 años leen cuentos a perros abandonados. Los niños adquieren hábito de lectura y pierden el miedo a leer en alto, mientras que los perros abandonados (y muchas veces maltratados) recuperan la confianza en el ser humano.
¿Quién se puede beneficiar de esta opción? Padres que quieren que sus hijos aprendan a querer a los animales y que sean conscientes de que un perro es un compromiso que no siempre se puede adquirir.
Imágenes | Unsplash.
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