El salto del barrio al mercado internacional de
Alba Farelo, más conocida artísticamente como Bad Gyal, es imparable. Hace solo dos años llamaba la atención del público underground con una versión en catalán, muy de estar por casa, del Work de Rihanna.
Pocos meses después lanzaba dos de los que, a día de hoy, son auténticos himnos urbanos independientes: Mercadona y Fiebre.
Este último acumula en YouTube más de 10 millones de reproducciones que contrastan con lo precario de la producción.
Sin embargo, ahí reside la esencia y se encuentra la clave del éxito de Bad Gyal y otras artistas de la misma hornada como Ms Nina o La Zowi. No esperaron a que nadie las descubriera y les diera una oportunidad. Se lanzaron a probar con los medios que tenían a mano, que no eran muchos más que los de cualquier otro usuario de redes sociales. A excepción, claro está, del talento y, sobre todo, de una actitud que exuda rollo por todos los poros.
Todo empezó con tecnología muy casera. Grabando las voces en su casa sobre bases que le pasaban productores como Fake Guido o Paul Marmota, con los que contactaba vía Soundcloud. De ahí a dejar su trabajo precario y vivir de los conciertos y los patrocinios a penas transcurrió un año.
Ahora aquellos inicios quedan lejanos para Alba, a la que cada día vemos en su Instagram en una parte diferente del mundo exportando sus extensiones rubias y larguísimas uñas de gel con incrustaciones.
No muchos artistas nacionales consiguen ser alabados por Pitchfork, una de las publicaciones sobre música más prestigiosas de Estados Unidos. Desde principios de 2017, Bad Gyal trabaja con Canada, la productora hipster responsable de los vídeos de Malamente y Pienso en tu mirá de Rosalía. Desde entonces, cualquier atisbo de amateurismo o chonismo es un valor perfectamente cuidado como un moño despeinado que, paradójicamente, has tardado mucho en peinar.
Hija del actor catalán Eduard Farelo, no es de extrañar que Bad Gyal haya acabado convirtiéndose en un icono a muchos niveles. Antes de que la música se cruzara en su camino, se había decantado por el mundo de la moda pero dejó sus estudios de diseño para dedicarse a tiempo completo a adaptar los ritmos jamaicanos del dancehall a la cultura española y catalana.
Al más puro estilo Rosalía con el flamenco, Bad Gyal se ha empollado el dancehall, no solo en lo musical, también en su forma de bailar y moverse. Como no tenía dinero para clases, aprendió de forma autodidacta en su habitación con tutoriales de baile de YouTube. Incluso su nombre artístico es una adaptación al dialecto patois de “chica mala” en inglés. Aunque su estilo también bebe de otros referentes como el reguetón, el dembow o el R&B.
A pesar de todo, Alba no ha querido desmarcarse del todo de sus orígenes con su segundo disco Worldwide Angel, publicado a principios de este año. Aunque en su primer single, Internationally, fardaba de ser ya una artista internacional, el videoclip de su segundo tema es todo autorreferencialidad a aquellos primeros tiempos en los que nos enamoró con muy poco.
El recién estrenado vídeo de Yo sigo iual (escrito así, tal cual) es una actualización de aquel Fiebre, pero con medios profesionales. Ha sido grabado en Vilassar de Mar, el pueblo natal de la cantante, con sus colegas. En él podemos verla de “parkineo” o bailando en un descampado entre vallas publicitarias de supermercados. Eso sí, sin perder un ápice de "swag". Mientras tanto, ella canta sobre cómo sigue siendo la misma de siempre y recuerda cómo se sentía perdida en la vida hasta que no empezó a cantar.
“Me sentía una mierda, ahora soy un ejemplo”.
Pues que nos sirva.
Foto: Instagram.
Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com
VER 0 Comentario