Aunque la actual funa a Netflix la haya detonado su paquete de medidas para acabar con las cuentas compartidas, para mí, la plataforma ya había colmado el vaso mucho antes. Fue el pasado mes de noviembre, con la llegada de su paquete basico con anuncios. Y es que, ¿en qué momento hemos normalizado pagar por ver publicidad? No me di cuenta realmente de lo que suponía hasta que lo probé y spoiler: acabé planteandome por primera vez en muchos años volver a descargarme eMule. Pero vayamos por partes.
¿O suscripción de 5,49 euros con anuncios o plan de 12,99 euros sin?
Desde los inicios de esta plataforma, siempre he sido una de esas usuarias intermitentes de Netflix que van pagando suscripciones por meses sueltos cuando hay algo en particular que les interesa ver. Y a ello que fui yo en noviembre cuando se estrenaron los episodios de la Miércoles de Tim Burton (al que, encima, acababa de conocer en persona) y Jenna Ortega.
Ese mes también se acababa de lanzar en España el paquete básico con anuncios, por 5,49 euros y, aunque me horrorizaba la idea, el equivalente sin anuncios (a un precio de 7,99 euros) que siempre contrato había desaparecido de la página. Meses más tarde descubriría que, en realidad, seguía existiendo pero lo han escondido entre la letra pequeña que nadie lee. Pero ese es otro tema...
El caso es que, tal y como pretendían, pensé que mis dos mejores opciones se reducían al ya mencionado basico con anuncios o sino ya saltabamos al estándar,por 12,99 euros al mes. La diferencia de precio entre ambos de más del doble y mi excel de control de gastos decidió por mí. Así que, abrazando una actitud yolo, me autoconvencí de que aquello era una nueva experiencia y no otra forma de precarizar aún más mi vida.
Lo que pedí vs lo que recibí
Sobre el papel, la oferta tampoco tenía por qué estar tan mal. Consumo el contenido de la plataforma desde un monitor de ordenador así que la resolución de 720p es más que suficiente para mí y eso de que no permita las descargas tampoco me afecta porque no suelo ver nada offline.
Como para muchos, lo principal pega son los anuncios. Sin embargo, pensé que la experiencia sería parecida a la de YouTube. Es decir, más alla de lo molesto que es ser interrumpida cuando estás inmersa en algo, la mayoría de los anuncios podrían saltarse tras unos segundos, ¿no?
Pues no. Para quien se lo esté preguntando, los anuncios en Netflix no son como en YouTube sino muy, pero que muy parecidos, a los de la televisión de toda la vida. Para empezar, no pueden pasarse nunca bajo ningún concepto. Sin embargo, lo peor de todo es que ni siquiera pude dejarlos sonando de fondo mientras aprovechaba para hacer otras cosas en el ordenador. En cuanto la página pasa a reproducirse en un segundo plano, el reproductor se pausa automáticamente. Es decir que, o aprovechas para ir al baño, o tienes que tragarte cada segundo de cada anuncio sí o sí.
Además, llegan en paquetes de varios espots juntos y no, no son versiones reducidas y adaptadas al medio de los mismos. Además, los cortes son muy frecuentes y mucho más molestos de lo que había esperado. Realmente fue un auténtico déjà vu inaguantable a otra época a la que creo que nadie quiere volver, con la diferencia de que en la televisión todavía te dejan cambiar de canal cuando llegan los anuncios.
Conclusión
No volvería, nunca bajo ningún concepto, a pagar por ver Netflix con anuncios. No compensa y no exagero si digo que antes me bajo el eMule. Haciendo un símil, para mí es comparable a que te hagan pagar por usar la versión gratis de Spotify. Solo que, además, en esa versión de Spotify con anuncios por la que ahora pagas, habría algunos discos que, por cuestiones de licencias, no podrías escuchar (algunos de los contenidos están vetados en el plan basico con anuncios de Netflix por este motivo).
Para ver contenido audiovisual con anuncios y de forma gratuita, de hecho, ya existen plataformas como Plextv, Pluto TV o Rakuten, entre otras. Es el intercambio justo: la forma de pagar por un servicio gratuito siempre ha sido tragarse unos anuncios por los que unas marcas ya han pagado a la plataforma. Sin embargo, desembolsar un importe para la suscripción y, además, ver loos anuncios es pagar dos veces. El vivo ejemplo de que lo barato sale caro. No lo hagan, es mi consejo, por lo incómodo que es y por principios.
Fotos | Netflix
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