Tras la publicación de su primer libro de relatos, Piscinas vacías, la escritora debutó el año pasado en la novela con Qué vas a hacer con el resto de tu vida (Alfaguara), la historia de una huida hacia el futuro.
Hablamos con ella de sus relatos cortos, de su debut en la novela, de la importancia de la tristeza y de que la vida casi nunca responde a nuestras expectativas pero eso no es una excusa para no ser felices.
¿Hasta qué punto son autobiográficas estas historias que nos encontramos en tus relatos cortos, en Piscinas Vacías?
Muchas de ellas son historias que me han ocurrido a mí, pero también le han ocurrido a la gente de mi alrededor. Suele pasar: tú vas cogiendo detalles que decides novelar o ficcionalizar de alguna manera. Nunca es 100% autobiográfico ni 100% ficción. De Piscinas vacías podría decirte “pues, este me ha ocurrido a mí”, pero no sería del todo cierto. Las cosas no me ocurrieron a mí así como las cuento. Lo mismo me sentí reflejada en algo que le ha ocurrido a un amigo, a raíz de eso se convierte en parte de mi vivencia. Al final vivimos con los demás y a través de los demás.
Por ejemplo, el relato que da título al libro, el que hace referencia a una piscina vacía, en realidad tiene una parte de realidad, no me pasó a mí sino a una persona que yo conozco. Y no ocurrió exactamente así, pero me hizo pensar en un relato, en la soledad, en el hecho de ser niño pero estar aislado, en cómo viven los niños la pena…
La culpabilidad, es un tema que se ve mucho en tus relatos, ¿cómo crees que vivimos hoy la culpabilidad o cómo intentamos deshacernos de ella?
Creo que intentamos buscar responsables, lo más fácil es ponerla en los demás, pero muchas veces la descargamos con nosotros mismos. La culpabilidad también es una manera de sentirnos protagonistas. Es decir, la culpabilidad es un pensamiento negativo pero que tiene mucho atractivo porque te convierte en el protagonista de la historia. Ser culpable significa que tú has incidido en el curso de una historia, que por tu culpa ha pasado algo, que tú eres muy importante.
Muy rara vez somos nosotros lo que hemos hecho cambiar el curso de una historia. En Piscinas vacías que hay tantas relaciones que se rompen, que uno se siente culpable pero eso… ¡es mentira! Si esas relaciones estuvieran bien no se habrían roto. Creo que es mucho más sano pensar en términos de “podría haberlo hecho mucho mejor”. En la novela, también retomo mucho el tema de la culpa.
Hoy en día vivimos en un universo Mr.Wonderful, que trata a la tristeza de una forma muy distinta, casi como a una enemiga... ¿tú crees que la tristeza es necesaria?
Por supuesto que sí. La tristeza es tan necesaria como la alegría. Lo que pasa es que vivimos en una sociedad en la que se nos dice a través de los anuncios, de los mensajes, del cine, series… mensajes como “hoy puede ser un gran día” todo el tiempo. Cuando estás triste y te dicen “ay, venga, no estés triste, vamos a tomar unas copas”. No deberías ir a tomar unas copas, lo que tienes que hacer es vivir tu tristeza, analizar qué te ha pasado.
Si destierras la tristeza es como si estuvieras negando una parte de ti. No estoy en contra de los antidepresivos, pero para algunas personas pueden ser un parche, cuando lo que realmente tienen que hacer es terapia o analizar por qué están así. Y hasta que no sepan por qué, solo están posponiéndolo. Lo que pasa es que todo es tabú: la tristeza, la depresión… Muchas veces me preguntan por qué escribo sobre cosas tristes si yo no lo soy, como si estuviera mal hablar de cosas tristes. Si nunca estás triste no puedes comparar con lo bien que puedes llegar a estar.
¿Crees en los finales felices? Pero, ¿qué es un final feliz para ti?
Me gustan los finales felices, pero muchas veces los finales felices que estamos viendo en las películas o leemos en los libros, en realidad son el inicio de otra vida, que es la realidad. Justo terminan cuando los protagonistas resuelven el problema, pero de alguna manera a mí no me convence, porque es el final de la ficción, pero la vida continua. Soy una gran defensora y creo que son necesarios, pero los entendemos a veces como el final, el final y eso no es así: ahora es cuando empieza la cotidianedad, cuando hay que esforzarse por ser feliz realmente.
Partiendo del hecho de que muchas veces la felicidad no es lo que nos dicen que es...
Vivimos en la épica de la felicidad, pero ahí no incluimos ni lo cotidiano ni las pequeñas cosas. Todo el rato anhelando esa meta, siguiendo ese camino pero cuando conseguimos algo la pregunta es “¿y ahora qué?”. Creo que vivimos en una sociedad con muchas expectativas, que ni siquiera son las nuestras, nos vienen impuestas por los demás. Vivimos las vidas que nos han dicho que tenemos que vivir.
¿Sobre qué tipo de mujeres escribes? ¿Son las mismas que quieres que te lean?
Creo que escribo sobre el tipo de mujer que a mí me interesa: mujeres complejas, que se plantean las cosas, que no se quedan en la superficie. Creo que las mismas personas que sienten empatía por ese tipo de sentimientos y pensamientos y leen mis libros son también ese tipo de mujer que tanto me interesa. Si empatizas con las personas de las que escribo eres ese tipo de persona. A veces veo muchas similitudes entre la gente que me dice que ha leído mis novelas y mis protagonistas.
¿Escribir es una forma de evitar hacer preguntas o de responderse a uno mismo sobre lo que nos inquieta?
Sin duda escribo para darme respuestas. Utilizo todo lo que tengo a mi alcance. El arte o la escritura son uno de estos medios. Yo nunca evito la pregunta, la pregunta es lo más importante. Tampoco sé si encuentro la respuesta escribiendo, pero al menos sí que sé lo que estoy buscando. Al final toda mi literatura es una búsqueda de respuestas: ¿por qué existe la soledad? ¿a qué se debe la culpa? ¿Qué quieres hacer con el resto de tu vida? Igual sería más fácil evitar el problema. Escribir una novela es un proceso complicado, pero para mí la búsqueda es lo que marca la diferencia, por eso está dedicada “a los que buscan”.
¿Elegiste voluntariamente el relato breve o te eligió a ti?
Creo que me escogió. Yo no sabía siquiera que quería escribir, pero empecé a escribir relatos porque me salió. Frente a determinadas situaciones de la vida es lo que te sale. Creo que tienes que seguir el instinto y eso fue lo que me salió. Eso sí, al mismo tiempo estaba escribiendo una novela, lo que pasa es que escribir relatos es muy distinto.
¿Es muy distinta la escritora de cuentos que la escritora de novelas?
Escribir una novela es un proceso a largo plazo, requiere mucha constancia y esfuerzo. Es algo armónico. Los relatos son muy distintos: si el relato no te gusta, pues lo abandonas, si en el conjunto el relato no te encaja, lo quitas… Pero en una novela eso no puedes hacerlo. Si algo no te encaja, no lo puedes eliminar tan fácilmente porque tienes una estructura, una trama, etc.
La vida nunca se parece a lo que uno se espera que va a ser, una sensación que vivimos de primera mano con la protagonista de Qué vas a hacer con el resto de tu vida, ¿existe solo una manera de realizar el camino de la vida?
Es lo que hablábamos antes de las expectativas, tú tienes un camino en la cabeza, en realidad. Es un camino que tú no has vivido, simplemente lo has planificado pero no está basado en nada real, solo lo has pensado así. De antemano. Es un “a priori”. Pero lo que se escoge al final en la vida tiene muy poco que ver con esas construcciones mentales que te has hecho.
Nos pasamos la vida intentando meternos en un molde y a la protagonista de la novela le pasa que la vida no se parece a lo que ella pensaba que sería de pequeña. No es como ella lo esperaba. En la infancia tenemos unas unas expectativas, pero al hacernos mayores nos empeñamos en cumplir esas expectativas y cuando no se cumplen aparecen las frustraciones.
Es cuando llega la infelicidad, ¿no? Pero ¿es esa infelicidad real?
Claro, pero ¿cómo lo vas a valorar si no es una cosa que no has escogido tú? Eres infeliz porque estás forzándote a vivir según una forma de pensar que quizá no es la tuya. Infeliz porque esa no es tu naturaleza.
La vida nunca responde a nuestras expectativas, ¿han respondido las tuyas cuando publicaste la novela?
Mucho más. ¿Ves? A veces la vida te sorprende para bien. Ha superado mis expectativas, va por la cuarta edición tanto la novela como los relatos. Escribir es una cosa muy personal y la novela ha tenido una acogida buenísima. Y luego está la gente. Hay gente que me ha dicho “me ha cambiado la vida” o “después de leerte he decidido a llamar a mi madre”. Y eso me ha parecido algo precioso y me ha llenado muchísimo.
¿Vas a seguir con novela o con relatos cortos?
He sacado un libro ilustrado con un ilustrador maravilloso, Marc Pallarès, que se llama El amor después del amor. Va de cómo después de la ruptura muchos artistas, poetas, cantantes,... crean. También estoy con un libro de relatos y, por supuesto, hay una idea de una novela. Pero me lo voy a tomar con calma porque yo creo que hay que dejar las cosas reposar. Creo que tienes que parar porque a veces sigues pensando en los personajes como si siguieran vivos.
¿Tienes algún placer de lectura secreto? ¿Qué libros hay en tu mesilla de noche?
La verdad es que soy muy caótica, entre que soy crítica literaria y me mandan muchos libros y yo me compro muchos libros, tengo un lío tremendo. Entre que leo por placer, leo por trabajo… Lo que más me gustan son los diarios.
Recomiéndanos alguno, por favor.
Uno de los libros que más me ha gustado últimamente es Apegos feroces de Vivian Gornik. Es una maravilla, una relación entre una madre y una hija.
Y de tu generación, del estilo que tú trabajas, ¿qué escritores nos recomiendas?
Me gusta mucho, aunque no sé si es mucho de mi estilo, Gabriela Ibarra. Y también me ha gustado mucho La hija del comunista de Aroa Moreno.
¿Y de televisión? ¿Ves algo en series que se traduzca a tu temática?
Me divertía mucho Girls, de Leena Dunham y A dos metros bajo tierra. Y también me ha gustado mucho Pequeñas mentiras.
Después de la polémica de esta semana con Vargas Llosa sobre el feminismo y la literatura ¿qué le dirías si tuvieras la oportunidad de comer con él?
Sí, lo dijo a raíz de un artículo de Laura Freixas. Yo lo que le diría es que leyera bien las palabras de Laura Freixas, por favor. En realidad, yo no estoy de acuerdo con lo que dijo ella, pero tampoco dijo que no hubiera que leer Lolita de Nabokov, dijo que merecía otro tipo de lectura. Vargas Llosa lo sacó fuera de contexto. Le pediría que hiciera un esfuerzo por poner las palabras en su lugar y no lanzar ese tipo de claims.
Yo le diría que el feminismo no hace daño a la literatura, al revés, necesitamos una gran dosis de feminismo bien entendido para que nuestra literatura haya más mujeres que estén reconocidas, en la misma igualdad que los hombres. Tienen que hacer un esfuerzo por reconocer que la mujer ha estado marginada en los ámbitos artísticos, y no artísticos. En realidad, me parece que debería hacer un esfuerzo por acercarse a las nuevas generaciones y no por crear más brechas. Hay que dejar de buscar titulares fáciles y contextualizar el tema bien.
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