Este año, Nicole Kidman cumplirá cincuenta y un años, de los cuales, treinta y seis los ha pasado trabajando delante de las cámaras en sesenta y seis películas. Algo que la ha llevado a ser una de las intérpretes mejor pagadas de Hollywood y a conseguir un Óscar a la mejor actriz en 2002 por hacer de Virginia Woolf en Las horas.
Y es que Nicole gusta cuando acepta retos interpretativos en los que además de encarnar a personajes complejos y complicados, tiene que caracterizar su físico.
Últimamente la hemos visto prácticamente irreconocible en Destroyer: una mujer herida. Una película en la que se puso en la piel de una detective de policía alcohólica, autodestructiva, dejada y deprimida con la que, probablemente, aspiraba a conseguir el segundo Premio de la Academia de su carrera. Finalmente, no cayó ni siquiera la nominación.
Algo que llamó la atención de la crítica porque no era la única baza con la que la actriz había apuntado maneras a estar presente en la pasada ceremonia de los Óscars. También sonaban campanas con su participación en un film que llega hoy a nuestras pantallas de cine: Identidad borrada, con la que sí que obtuvo una nominación en los Critics’ Choice Awards de este año..
La película se basa en la historia real de Garrard Conley, que primero plasmó en un libro titulado Boy Erased (Dos bigotes, 2019) y que cuenta su experiencia siendo el hijo de un pastor bautista fundamentalista de una pequeña ciudad de Arkansas. Las cosas se complican cuando sus padres descubren que es homosexual a los 19 años y es enviado a un programa de terapia de conversión en el que intentan cambiar su orientación a través del estudio de la Biblia.
Un crudo testimonio en el que se muestran las complejas relaciones que se establecen entre familia, fe y comunidad y en el que, a pesar de las durísimas experiencias vividas, su protagonista consigue hallar la fuerza y la comprensión para encontrar su verdadero yo.
En todo este drama, Kidman interpreta a Nancy Conlon, la madre religiosa y conservadora de Garrard. Sin embargo, no fueron estas las razones por las que la actriz escogió el papel. En una entrevista con The Hollywood Reporter contó las verdaderas razones por las que se sintió inmediatamente conectada con un personaje tan complejo:
“Mi personaje lleva a su hijo a terapia de conversión porque cree que es lo correcto. De verdad cree que es un acto de amor porque no conoce otra cosa y ama a su hijo. Ahora tienen una extraordinaria relación en la vida real. Ella pidió perdón y enmendó el daño, algo que creo que es precioso. Es un gran mensaje sobre cómo pueden cambiar las cosas".
A priori puede parecer que el personaje de esta madre sureña y la detective de Destroyer no tienen nada en común. No obstante, a la misma vez, irradian una fuerza muy parecida. La propia Nicole lo explicaba en la misma entrevista. No tiene nada que ver con que rodara ambas películas de forma seguida sino con que:
"Son diametralmente opuestas en apariencia y en como se comportan como mujeres, sin embargo, están en un camino muy parecido porque ambas buscan arreglar lo que le han hecho a sus hijos".
A lo largo de su extensa carrera, Nicole Kidman ha sabido combinar de forma equilibrada papeles más ligeros en películas como Prácticamente magia, Aquaman o Embrujada con otros de prestigio como el de Alice Hartford en Eyes Wide Shut de Kubrick, Grace Stewart en Los Otros de Amenabar o Grace Margaret Mulligan en Dogville de Lars Von Trier.
Ahora que ha entrado en una etapa más madura, tanto de de su vida como de su carrera, parece decidida a consagrar su prestigio con papeles camaleónicos y de peso dramático como los que ha venido haciendo en estos dos filmes y en la serie Big Little Lies, donde interpreta a una mujer maltratada de aparente vida perfecta.
Es un patrón que no es nuevo en Hollywood y que hemos podido ver con anterioridad en otros actores. Como, por ejemplo, Matthew McConaughey que tras pasar su juventud dedicado a la comedia romántica, cambió completamente de registro dejando a los espectadores con la boca abierta con una profundidad inesperada en Interstellar, True Detective y Dallas Buyer Club.
No nos cabe duda de que, a este ritmo, los mejores papeles de Nicole Kidman están todavía por llegar.
Fotos | Destroyer y Identidad borrada.