Halston es la miniserie de cinco capítulos de Netflix que reúne una dosis incontable de ingredientes explosivos: glamour, sexo, fiestas, drogas duras, moda, celebrities, el Nueva York de los años 70, Ewan McGregor y la vida del icónico diseñador Roy Halston Frowick, conocido "sencillamente" como Halston.
A lo largo de varias semanas la serie figuró en el Top 10 de los títulos más populares en nuestro país en la plataforma de streaming (algo nada sencillo de lograr con la enorme cantidad de novedades que presentan a diario). A esto le sumamos que el maravilloso trabajo de McGregor le ha conducido a alzarse con el galardón mejor actor principal de una miniserie en los Premios Emmy 2021, como leemos en Espinof.
Pero lejos de la ficción, ¿quién es realmente Halston? Desengranamos las diferentes etapas de su vida para conocer qué hizo de Roy uno de los nombres propios con mayúsculas de la historia de la moda.
El nacimiento, en el seno de una familia de clase media en Iowa
En pleno auge de la Gran Depresión, concretamente el 23 de abril del año 1932, llegó al mundo Halston en el corazón de una familia de clase media en Des Moines, Iowa. Un lugar alejado de los focos y de lo chic. Junto a dos hermanos y una hermana creció Evansville, Indiana, un rincón que no gozaba del encanto de ciudades repletas de acción como Nueva York, descubrimos en Radio Times.
Los estudios, en Chicago
En 1952 Roy decidió dar el salto y mudarse a una urbe más acorde a sus necesidades, Chicago. En la ciudad inició sus estudios en la Universidad de Chicago, pero después de solo un semestre dejó su carrera para apostar por su verdadera pasión, el dibujo. Así que su próxima parada fue Escuela de Instituto de Arte de Chicago.
El cambio definitivo, su aterrizaje en Nueva York
Las luces de Nueva York eran el principal objetivo de la ambición de Halston y en 1957 se produjo su traslado a la Gran Manzana. La sombrerera Lilly Daché fue su primer destino, un lugar que poco después se vio reemplazado por los grandes almacenes Bergdorf Goodman. Entre las acaudaladas clientas de Goodman se encontraba Jackie Kennedy.
Su primer boom profesional nos permite recordar uno de los momentos más significativos de la historia de los Estados Unidos: la toma de posesión del presidente John F. Kennedy el 20 de enero de 1961. Para la ocasión, Jackie lució un sombrero pillbox diseñado por Halston, hito que logró que el nombre de Roy estuviera en boca de toda la alta sociedad.
Adiós a la sombrerería, hola a las prendas
Pese al éxito de sus sombreros, la sociedad estaba sumergida en un profundo cambio y los nuevos tiempos dejaron atrás este formal complemento. En vista del declive, Halston tuvo que reinventarse y en 1966 creó su primera línea de prendas para la tienda en la que trabajaba.
Apenas dos años después inauguró su propia boutique en Madison Avenue y marcó un antes y un después en la historia de la moda. Halston logró un combo de atemporalidad y efectividad al mismo tiempo que se ceñía a las tendencias de una época que encontraba el gozo en ambientes nocturnos. Eliminó cremalleras, empleó de nuevo el corte al beis creado por Vionnet y redujo las costuras al mínimo para celebrar las curvas femeninas en una fusión de tejidos fluidos y vibrantes colores disco.
Una de las figuras asiduas al Studio 54
¿Quién no conoce las anécdotas que rodean al Studio 54? El club más mítico de Nueva York fue el lugar donde celebrities, bohemios y ricos bailaban cada noche entre música disco, drogas de todos los colores e incluso caballos de raza.
Tal fue la influencia de Halston que sus musas pasaron a ser las Halstonettes y él fue el encargado de organizar la fiesta en honor a Bianca Jagger en 1977 en el mítico club. Las noches eran largas, las adicciones se escaparon de su control y parecía que su invencible imperio nunca dejaría de generar millones a doquier, pero nada (o casi nada) es para siempre.
Una vida donde la rapidez y la ambición pasaron factura
El auge y la caída de Halston fueron meteóricos. Durante los primeros años de crecimiento de su firma Halston disfrutó de fama internacional, pero nada parecía ser bastante. Greta Garbo, Lauren Bacall, Liza Minnelli y Elizabeth Taylor eran algunas de sus fieles defensoras y amigas y los looks nocturnos llevaban su reconocible firma.
En busca de seguir creciendo, Halston vendió la marca y sus licencias en 1973 a Norton Simon, Inc, aunque siguió como diseñador, según leemos en Oprah Daily. Un primer paso hacía el precipicio aunque aún quedaban años de gloria.
En 1978 trasladó su tienda a la Olympic Tower. En el piso 21 del edificio disfrutó de las vistas de la ciudad que vio crecer su creatividad y perder su vida poco a poco.
Aquellos fueron años de fiestas interminables, lujo sin medida y alguna que otra polémica relacionada con su irascible temperamento, una combinación de elementos de alto voltaje que avanzaban un trágico final.
En 1983 dio un paso en falso y se alió con la cadena de bajo coste JCPenney con el fin ofrecer sus creaciones al gran público. Este paso fue incomprendido por la industria y los números de Halston conocieron el color rojo. Así, en 1984 fue despojado de su compañía.
El triste final, en familia
En lo más bajo de su carrera profesional se dio a conocer que el diseñador padecía el VIH, la pandemia que azotó a toda una generación. Enfermo y sin marca, lo dejó todo en Nueva York para pasar sus últimos días junto a su familia en California confirman en Daily Mail, donde moriría como uno de los diseñadores más importantes de la historia de la moda el 26 de marzo de 1990.
Más de 30 años han transcurrido del fallecimiento del estadounidense, pero su legado es tan sólido que ni el paso del tiempo ni la llegada de nuevas generaciones pueden hacernos olvidar la belleza de sus diseños y su imponente carácter.
Fotografías | Gtres
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