La fiesta de Navidad de la oficina es un momento interesante de la vida, puede ser muy divertido si lo vives como una observadora imparcial, puede ser muy divertido si tienes buenos amigos en la oficina, pero también puede ser un latazo si no tragas a nadie y si tu jefe es especialmente pesado. Pero si la bebida y la comida es gratis podemos pasar por alto este detalle y recordar los momentos más comunes de la fiesta navideña del trabajo.
Cuando ves las pintas que llevas tu compañera de oficina a la que odias
Bien porque se ha puesto el mismo vestido que tú o bien porque compruebas que el pésimo gusto que tiene para vestir normalmente se multiplica por 10 cuando se viste de fiesta... ¿Dónde irá está chica así vestida?
Cuando el jefe anuncia que la subida para el próximo año será del 0,5%
Será rácano el tío, la empresa va bien y a nosotros nos paga unos sueldos míseros. ¡Y encima lo vende como si fuera la mejor noticia del mundo!
Cuando el graciosete de turno cuenta el mismo chiste de siempre
Menos mal que esta vez hay barra libre para aguantar a este pelma.
Cuando ves a alguien hacer el ridículo
La fiesta avanza y los gin tonics gratis han hecho que todo el mundo esté demasiado suelto. A ver quién es el primero en meter la pata con el jefe, montar un numerito bailando o directamente sacar fotocopias de su trasero y repartirlo por todo su equipo.
El jefe dándolo todo
Siempre es un muermo, pero la fiesta de Navidad es su día grande, la mejor excusa que tiene para emborracharse sin reproches de su mujer. Se siente crecido, rodeado de sus empleados, que le van a reír todas las gracias.
Tú siendo la reina de la fiesta
Nadie baila como tú y lo sabes.
Cuando intentas ligar con el chico nuevo
Parece tímido, pero sabes que es tuyo en cuanto se anime un poco.
Cuando os confesáis la atracción que ha existido entre vosotros desde el primer día
Todo el mundo recomienda no liarse con nadie del trabajo, pero hasta el 50% de las personas reconoce haberlo hecho alguna vez. Pero la vida sólo se vive una vez, está bien cometer tus propios errores y ya habrá tiempo de arrepentirse después. Que te quiten lo bailado.
Cuando al día siguiente tienes un flash y te acuerdas de hasta dónde metiste la pata
El alcohol te suelta la lengua y fuiste demasiado mordaz, demasiado directa y dijiste sin filtro lo que pensabas de todos. Y el lunes hay que volver a ver las caras de tus compañeros, pero esta vez estarán todos sobrios.
Foto | Cordon Press
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