En un mundo de filtros hiperreales, fotos retocadas y perfiles en redes en los que nos hemos acostumbrados a poder mostrar a los demás única y exclusivamente lo que más nos gusta de nosotros mismos, cada vez parece más difícil saber cómo hacerse cargo de un cuerpo real. Es curioso porque, al mismo tiempo, se nos bombardea desde diferentes frentes sobre cómo hacerlo: que si el último contorno de ojos viral en TikTok que borra todas las arrugas y bolsas, que si trucos para combinar la ropa y crear un efecto óptico que te haga parecer más delgada y así un largo etcétera de tips por aprender cuyo subtexto es el mismo: lo importante no es cómo eres sino cómo podrías ser.
Un armario lleno de ropa que no ponerte
Dejando a un lado los peligros que conlleva para las personas el haber interiorizado dicho mensaje para que la industria de la moda y la belleza se embolse cifras millonarias, lo cierto es que hay cosas de uno mismo que ni con cirugía podrá uno cambiar nunca. Una de ellas es la estructura ósea y tipo de cuerpo.
No importa lo que peses, las modas que vengan y vayan... tu tipo de cuerpo te viene dado de nacimiento y, con ello, las prendas que te van a favorecer y las que no el resto de tu vida. Sin embargo, no sé a vosotras pero a mí, empezar a conocer mi cuerpo me ha llevado más de 30 años.
Salir de compras es una odisea agotadora cuando vives en la negación y buscas en Zara el flechazo, esa prenda que te enamore, en vez de la que te vaya a sentar como un guante, resaltando lo mejor de tus formas (y no de las que te gustaría tener, ojo). Con el primer planteamiento corres el riesgo de acabar con un armario lleno de ropa que nunca sabes qué ponerte. Con el segundo, amiga, la vida se simplifica que da gusto.
Vestir para el cuerpo que una tiene y no para el que le gustaría tener significa aceptar como normales todos esos rasgos físicos que, hasta ahora, considerabas defectos a dismiluar. Tu cuerpo solo se compone de rasgos físicos y montar un outfit de 10 no va de disimular altura o esconder cadera o hacer que parezca que tienes más pecho. No se trata de vestirse para que tu cuerpo pueda parecerse lo más posible al estandar universal sino conocer que existetu propio estandar. Esto es algo que he parendido a hacer con el método Kibbe.
Qué es Kibbe
Aunque por el nombre, y de primeras, pueda sonar a estafa piramidal, el método Kibbe no es más que un sistema para ayudarte a encontrar tu tipo de cuerpo y que puedas entender mejor qué ropa te favorece a partir de las formas que destacan en tu estructura ósea o la distribución de tu carne pero sin tomar en cuenta tu peso.
El objetivo es realzar la belleza individual en vez de decirles a las mujeres petite cómo vestir para verse más altas o enseñarles a las mujeres delgadas trucos para verse con más curvas. De este modo, el estilista David Kibbe, considerado el precursor teórico del movimiento body positive, considera que el cuerpo está formado por lo que describe como características yin o yang.
El yin son los rasgos más suaves y curveados, mientras el yang son los rasgos más angulares y con estructura. Analizando todas las posibles combinaciones, categorizó el cuerpo en 13 tipos. Así, gracias a cuentas que se dedican en redes a divulgar sobre este método como @florezza.estilismo o @GanaEstilo descubrí que mi cuerpo no era el de una persona baja y delgada pero con curvas sino el de una gamina suave. Tal y como el de Sabrina Carpenter, Lucy Hale, Shakira o Winona Ryder, entre otras.
Esto quiere decir que mido menos de 1,65, mi cuerpo es suave y con curvas en busto y caderas, tengo cintura definida y tiendo a la carnosidad en en muslos y cadera. De este modo, la ropa que mata mi armonía y belleza natural es todo lo que yo había querido vestir siempre: prendas oversize, abrigos largos, estilo andrógino, faldas y vestidos maxi... Sin embargo, me elevan a otro nivel las mangas 3/4 estrechas, los estampados pequeños, los tejidos que no sean pesados o la ropa ajustada, por nombrar algunos ejemplos.
Conocer todos los detalles del sistema Kibbe y descubrir en qué siuleta encajas puede ser abrumador al principio pero, desde luego es extremadamente útil y es uno de esos conocimientos que ya no se olvidan y te servirán para toda la vida. No solo para vestir mejor e ir todos los días con el guapo subido sino para ahorrar dinero en ropa que, después, no sabes muy bien por qué no te apetece ponerte.
Fotos | Unsplash, Sistema Kibbe
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