Este pasado fin de semana, Netflix ha estrenado una de sus grandes apuestas del año, Por trece razones, una serie basada en el libro homónimo de Jay Asher. Sobre la dureza de la serie, ya dice bastante la premisa de la que parte: el suicidio de una adolescente y las trece cintas que deja grabadas con las razones (y los que ella considera culpables) de su decisión. Es una historia en trece capítulos, uno por cinta, que deja con una sensación de desgarro cuando acaba, por mucho que desde el principio sepamos cuál será el final de Hannah, la protagonista.
Por ella nadie pudo hacer nada, pero sí podemos hacerlo por los miles de adolescentes que sufren cada año las mismas lacras que Hannah (el acoso escolar, el slut shaming, la violencia sexual) y que la empujan a su decisión irreversible. El suicidio es, según la OMS, la segunda causa de muerte en el grupo de edad entre 15 y 29 años. Y ya hemos visto en demasiados casos que el bullying puede estar detrás de que un adolescente no pueda más.
Hemos visto Por trece razones al más puro estilo Netflix, como un maratón en apenas dos días. Y hemos extraído algunas conclusiones, positivas y negativas, sobre qué podemos aprender de la serie:
[AVISO: A partir de aquí, hay spoilers sobre la serie]
1. El slut shaming no solo es sexista, también peligroso
Una de las primeras dificultades a las que se enfrenta Hannah en la serie es el slut shaming, o lo que es lo mismo, los comentarios que avergüenzan a una mujer por sus comportamientos sexuales. Tiene una cita con un compañero de instituto y se besan, pero él cuenta que la cita llegó a mucho más. Al día siguiente, en el instituto, todos la consideran «una zorra». Eso, que se vive a diario en institutos de todo el mundo, es el slut shaming, y el hecho de que lo sufran solo las mujeres implica dos cosas: que ningún chico sería nunca juzgado por su promiscuidad (real o ficticia) y que ni en algo tan simple como una cita entre dos adolescentes nos libramos de la desigualdad entre sexos.
2. Cotillear no siempre es algo inocente, puede ser complicidad en la humillación de una mujer
Si un chico llega al instituto y cuenta que ha hecho esto o aquello con la chica con la que ha tenido una cita, hay dos posibles reacciones: que se le censure el comportamiento o que se ayude a difundir el rumor. La tentación del cotilleo existe, en adolescentes y en adultos, pero no siempre somos conscientes de que es una forma de complicidad con el slut shaming. Si a eso añadimos, como en el caso de Hannah, una (muy sexista) lista de chicas con mejores atributos físicos que la pone en el punto de mira del acoso sexual, podemos estar cerca de ver cómo se destroza la vida de una adolescente.
3. La homosexualidad femenina aún carga con estigmas añadidos
En Por trece razones, varios personajes son homosexuales, y existe un espectro bastante amplio de aceptación en la comunidad. Desde el poeta marginado del colegio al chico duro que se mantiene (más o menos) en el armario, pasando por una pareja de padres socialmente aceptada. Hannah vive una experiencia de experimentación con una compañera de clase. Se besan y, por una serie de circunstancias, una foto de ese momento se difunde en el instituto. Y sufre ese estigma añadido de que los chicos lo consideren excitante y la privacidad de ese momento entre las dos chicas queda en el olvido.
4. Las violaciones en la adolescencia son una realidad a la que no se debe dar la espalda
En los trece episodios que dura la serie, hay dos violaciones. Las dos en contextos similares: fiesta, alcohol, diversión... Diversión que se acaba en cuanto alguien decide utilizar el cuerpo de una mujer contra su voluntad y acaba haciendo algo que conduce a las víctimas, como en el caso de la serie, al alcoholismo o al suicidio. A todos nos gustaría pensar que es una licencia de la ficción, pero las violaciones en la adolescencia son un hecho al que no debemos dar la espalda (1,8 millones de adolescentes han sido víctimas de abusos sexuales en Estados Unidos, por ejemplo).
5. El suicidio no siempre ocurre en familias desestructuradas
Cuando se habla de suicidio adolescente, es fácil caer en la tentación de pensar que eso ocurre «en otras familias». En Por trece razones, vemos que la familia de Hannah es normal. Convencional. Una pareja estable, que trabajan por sacar adelante su pequeño negocio pese a algunas dificultades económicas, y que quieren y apoyan a su hija por encima de todo. Una familia que queda destrozada no solo por la pena obvia de perder a su única hija, sino por la culpabilidad de pensar qué podrían haber hecho para evitarlo.
6. El apoyo a la víctima es crucial en casos de violencia sexual
Aunque el violador sea el chico más popular del instituto. A los adultos puede parecernos una tontería, pero, en esa etapa de la adolescencia en que el instituto parece dividirse entre populares y marginados, ser el capitán del equipo de fútbol y un chico conocido entre alumnos y alumnas puede marcar la diferencia. La diferencia entre que sus delitos sexuales se censuren y se denuncien, o que se justifiquen y se intenten ocultar. Uno de los grandes dramas que vive Hannah, quizá el más determinante a la hora de decidir su trágico final, es haber sido testigo, en una ocasión, y víctima, en otra, de las violaciones de Bryce, el chico más popular de su instituto.
7. La amistad es uno de los pilares de la adolescencia
En un contexto en el que hablamos de suicidios, depresión o violaciones, la importancia de la amistad puede parecernos más superficial. Pero, en la adolescencia, la amistad es casi el pilar en el que se asienta toda la estabilidad emocional de las personas. Hannah vive relativamente aislada, tiene muy pocos amigos y, cuando se siente traicionada por dos de ellos (Alex y Jessica), mucho de su mundo se derrumba.
8. El amor no es la solución a los problemas de salud mental
Clay, el protagonista de la serie (con permiso de Hannah), vive enamorado de ella desde la primera vez que la vio. En uno de los últimos capítulos, descubrimos que estuvo a punto de ocurrir algo entre ellos, pero una crisis nerviosa de Hannah rompe el momento. A continuación, ella sale corriendo y presencia la primera violación de Bryce, que la serie nos presenta como el desencadenante de su caída en la depresión que acaba llevándola al suicidio. Clay, cuando conoce gracias a su cinta cómo se desarrollaron los hechos, se siente culpable por no haberle dicho que la quería. Cree que eso podría haber cambiado las cosas. Y sí, el apoyo de un buen amigo o una pareja nunca sobra, pero el amor no es en sí mismo una solución a la depresión.
9. Poner en cuestión a la víctima es cultura de la violación en estado puro
Quizá el momento más desgarrador de la serie llega cuando, al final, Hannah decide abortar su plan de suicidarse y pide ayuda al consejero escolar del instituto. Le cuenta que sufrió una violación en una fiesta y escucha todas esas frases que tantas mujeres han vivido en el contexto de una denuncia de violación: «¿Estás segura de que fue así?», «¿recuerdas haber dicho expresamente que no?», «tienes que intentar seguir adelante y superarlo». No le recomiendan denunciar, no intentan averiguar quién fue el culpable. No van tras ella cuando sale frustrada del despacho del consejero.
10. «No» sigue significando «no»
Llevamos muchos años repitiéndolo: «'No' significa 'no'». Educar a los adolescentes en el respeto a este concepto es fundamental para que el abuso sexual deje de ser una lacra. No solo a las chicas, por supuesto, que es crucial que conozcan su derecho a detener una situación en el momento en que deje de gustarles. Sobre todo, a los chicos, que serán los últimos responsables de no convertirse en delincuentes sexuales. Y, por supuesto, a ese consejero escolar que no aconseja demasiado bien.
11. Buscar apoyo y dar apoyo, como herramientas fundamentales de prevención de suicidio
Hannah no cuenta en ningún momento a nadie el alcance de su depresión. Ni a sus pocos amigos, ni a Clay, ni a sus padres, pese a tener con ellos una buena relación. Solo en esa visita al consejero del instituto se decide a buscar apoyo, y no lo recibe. Para superar la depresión, es fundamental que la persona que la sufra intente buscar el apoyo de los más cercanos y de profesionales. Y que estos no le den la espalda a la situación.
12. El silencio, a veces, significa complicidad
Los receptores de las cintas de Hannah, sus compañeros de clase, guardan silencio sobre lo que saben. Antes de que ella se suicide, cuando conocen (algunos) las violaciones o cuando difunden falsos rumores sobre ella. Y muchos callan. También lo hacen después de recibir las cintas, y solo Clay toma parte activa en la denuncia de lo que ha ido descubriendo en esas palabras póstumas de su amiga. El silencio, cuando el tema que se trata es el hecho de, por ejemplo, tener un compañero de clase que es un violador reincidente, es sinónimo de complicidad.
13. El suicidio adolescente es una realidad
Querríamos que no lo fuera, pero lo es. Y el suicidio sigue siendo, en cierto modo, un tabú en la sociedad. Mucho más si las víctimas ni siquiera han alcanzado la mayoría de edad. Por trece razones lo ha traído a primera plana y el hecho de que lo veamos de cerca, aunque sea en la ficción, y reconozcamos los mecanismos para evitarlo, ya es una buena noticia en sí misma.
Imágenes | Por trece razones.
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