Ana y Pedro viven juntos desde hace un año. A lo largo de este tiempo han pasado por momentos muy buenos y por otros complicados. Pedro ha tenido dos temporadas de bajón, ha estado muy deprimido, sin ganas de nada y muy triste, por lo que Ana ha tenido que tirar un poco del carro. Curiosamente Pedro también ha tenido, tras esos episodios depresivos, dos subidones enormes, momentos en los que parecía que se comía el mundo, que podía con todo. Pedro quería más, más sexo, más trabajo, más actividades, más... de todo, menos dormir, eso no le hacía falta. En estos subidones Ana se sentía fuera, como si para Pedro sólo importase él mismo. En este año Ana y Pedro han descubierto que lo que a él le pasa tiene nombre, trastorno bipolar, y que aunque complica un poco las cosas, juntos pueden hacerle frente y sobrevivir como pareja.
Tener trastorno bipolar es como vivir en una permanente montaña rusa de emociones: a veces se está arriba y en otras ocasiones la caída es totalmente en picado. Las relaciones son complicadas per se, pero si añadimos la variable bipolar la cosa se puede volver un poco más compleja… pero no imposible. Hacer que nuestra relación con alguien con Trastorno bipolar funcione es posible, con esfuerzo por parte de ambos.
¿Qué es el Trastorno Bipolar?
Se trata de un trastorno caracterizado por los cambios bruscos en el estado de ánimo. Si bien hay varios subtipos, en general (y por resumir) hablamos de oscilaciones entre episodios maníacos, episodios depresivos y mixtos. El ritmo de cambio anímico puede variar, en algunos casos por ejemplo se dan dos o tres ciclos anuales mientras que en otros se produce el salto de un episodio a otro en días.
Durante el episodio maníaco la persona puede:
- Sentirse muy alegre, animada, optimista, fuerte...
- Estar nerviosa o alterada, ansiosa...
- Hablar rápido y de muchos temas, saltando de uno a otro.
- Sentirse muy competente y capaz de realizar muchas cosas.
- Creativa, enérgica...
- Suele dormir menos (debido a su alta activación), y siente que necesita menos descanso.
- Puede ponerse irritable si no consigue lo que quiere, o si no ve sus necesidades atendidas (cierta forma de egocentrismo).
- Despliega conductas poco habituales como gastar mucho dinero, iniciar proyectos “arriesgados”...
- Interés creciente por el sexo (más cantidad y más variedad).
Por su parte en los episodios depresivos:
- La persona se encuentra en un estado depresivo, triste.
- Puede sentirse abandonado, preocupado.
- Pérdida de interés por las actividades que antes le resultaban agradables o divertidas.
- Dificultad para concentrarse.
- Falta de energía general, cansancio, apatía.
En este trastorno la persona puede pasa de sentirse “el rey del mundo” (episodio maníaco) a estar deprimido (episodio depresivo).
¿Cómo te puede afectar?
En casos de personas no tratadas (si están en tratamiento la cosa cambia mucho, y esto es importante que lo tengamos en cuenta), los cambios y las características propias del trastorno pueden tener un impacto en la otra persona:
- Autoestima: en los episodios maníacos pueden resultan un tanto ofensivos, demandantes, invasivos... y esto en ocasiones puede minar la autoestima del otro. También su aumento en la demanda de sexo o en la forma en la que lo piden puede herir sensibilidades y afectar a la autoestima. En ocasiones las parejas de personas con este trastorno me han comentado que en estas “fases altas” se sentían un poco como prostitutas al servicio de los apetitos del otro/a.
- Estado de ánimo: Si no sabes qué sucede, si no está en tratamiento, puede ser muy complicado, tanto en episodios maníacos como depresivos ya que en cierta forma es el otro el que tiene que “ejercer” de responsable, y eso es agotador.
- Intentos de controlar nuestra propia conducta para evitar conflictos. Es importante que tengamos en cuenta una cosa: nuestra conducta no es la que modula su estado de ánimo, es decir, no depende de nosotros que se sientan estupendos o fatal. ¿Por qué digo esto? Porque frecuentemente me he encontrado en consulta a parejas que intentaban controlar todo, sus gestos, miradas, palabras, para evitar que el otro estallara en cólera o se hundiera en la tristeza. El asunto es que la hipervigilancia de nuestra conducta no ayuda a prevenir conflictos, porque no depende de nosotros.
Buscar ayuda profesional
Actualmente existen tratamientos satisfactorios para el trastorno bipolar, y es el punto de partida sin lugar a dudas: un buen diagnóstico y un buen tratamiento son absolutamente fundamentales, en primer lugar para él/ella, y en segundo lugar para ti y su entorno familiar y social.
En caso de que tu pareja no esté diagnosticada y tú tengas sospecha de que pudiera tratarse de este trastorno es preciso hacerle ver la necesidad de acudir a un profesional. Suele resultar más sencillo que accedan cuando están “bajitos” (episodio depresivo), porque al sentirse anímicamente mal entienden que algo les pasa, cosa que no sucede cuando están “estupendos” (episodio maníaco), momento en el que no ven de ninguna de las maneras la necesidad de ir a ver a nadie.
Iniciar y abordar el tema con calma, desde el amor, no como una encerrona, y si puede ser con apoyo de figuras relevantes para la otra persona (padres, amigos íntimos), mejor. Hacer frente común para trasladarle a la persona que estamos preocupados por él/ella, y que lo que queremos es que esté lo mejor posible.
También debemos intentar desestigmatizar de una vez a los trastornos mentales: ir al psiquiatra y al psicólogo no es malo, al contrario, puede hacer que nuestra vida cambie para bien.
Somos un equipo: trabajemos juntos en esto
Si ya está en tratamiento el profesional que lleve su caso da pautas concretas para actuar en el ámbito familiar y de pareja, pero veamos aquí unas cuantas recomendaciones:
- Pactos: en este tipo de situaciones en las que la persona no es del todo consciente de en qué estado se encuentra, en qué episodio, tener a alguien de referencia, alguien de confianza, que le sirva de espejo y de alerta es importante. Para ello es necesario pactar previamente cómo lo vamos a hacer. ¿Por qué? Porque si no lo tenemos claro y cerrado puede suceder que al avisarles de que algo está sucediendo se pongan a la defensiva y no acepten el comentario. Qué palabras vamos a usar, qué vamos a hacer cuando suceda y cómo son pasos fundamentales que han de concretarse.
- Dinámicas de pareja y personales: las personas con trastorno bipolar necesitan descansar y realizar actividades gratificantes que ayuden a reducir el estrés (uno de los posibles detonantes de cambio de episodio). Sí, todos necesitamos estas cosas, pero ellos especialmente, de manera que conviene que establezcamos bien la distribución de tareas de casa, el tiempo de ocio (individual y compartido), de manera que tengamos todo más o menos controlado.
- Como extensión al punto anterior diré que a veces en consulta me he encontrado con parejas de personas con trastorno bipolar que se encontraban sobrepasadas porque se habían tenido que hacer cargo de la mayor parte de las tareas del hogar al estar sus parejas en un momento complicado. Dejar bien claras y pactadas, como decía, las responsabilidades de cada uno en casa ayudarán a que esto no se convierta en un problema.
- Pongamos en cuarentena el pasado. En ocasiones durante los picos maníacos es posible que nuestra pareja nos dijera cosas que resultaron hirientes o que realizara conductas que nos hicieron daño. Esas conductas dañinas tuvieron lugar en un contexto muy concreto, dentro del marco del trastorno bipolar, de manera que la evaluación que hagamos de ellas ha de tener esta variable en cuenta. ¿Duelen? Claro, pero escocerán menos si entendemos que no se realizaron con maldad, a posta, sino porque era lo que sucedía en ese momento. Esto no significa que no se hable de ello, pero sí que no lo hagamos usándolo como arma arrojadiza (“es que tú hiciste…”)
Cuida de ti mismo/a
- Convivir con estos altibajos, con estos cambios, en ocasiones nos lleva a volcarnos en el otro, a atender sus necesidades incluso anteponiéndolas a las nuestras. Pero si nosotros no estamos bien... nada estará bien: debemos cuidarnos, todos.
- Tu salud (física y emocional) importa: buena dieta, ejercicio, actividades que te resulten gratificantes (mejora tu autoestima y tu estado de ánimo)…
- Busca ayuda: en ocasiones una relación en estas condiciones puede ser altamente demandante y extenuante a nivel emocional. Si crees que necesitas ayuda profesional pídela, no pasa nada.
- No estás sola/o: familiares, amigos… establece una red en la que te puedas apoyar, en la que podáis apoyaros los dos, unas cuantas personas de confianza, cercanas, que hagan frente común contigo para abordar las situaciones complicadas y que te ayuden a ayudarle.
Lo más importante en estos casos, si nuestra pareja no está diagnosticada o no está siendo tratada, es acudir a un profesional, insisto. Seguir sus pautas y recomendaciones, tener paciencia, pactar con tu pareja todo lo posible para tener las cosas claras, son algunos de los pasos que os ayudarán en este camino, que aunque complicado, también está lleno de amor y muy buenos momentos (como todas las relaciones).
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