Domingo por la mañana. A duras penas consigues abrir los ojos y tienes esa sensación como que te ha pasado una apisonadora por encima. Sí, anoche tuviste una fiesta por todo lo alto en la que las copas iban y venían cargadas de risas, bailes, amigos... Sí, te acostaste tardísimo y ahora es la resaca la que hace su acto de presencia. Llega el momento de recapitular y, de repente, te surge la pregunta clave ¿qué pasó ayer?
Si tienes lagunas o no recuerdas nada de lo que hiciste ayer, tienes un blackout de libro
Seguro que para más de uno no es un concepto desconocido, sobre todo para todos los que, alguna vez no hemos pasado tomando alguna que otra copa de más. A grandes rasgos, se trata de esa sensación en la que, tras haber ingerido alcohol, no eres capaz de acordarte de todo o de parte de los acontecimientos. Ese olvido que sufre tu mente a consecuencia de la bebida.
Según un estudio realizado por el Doctor Aaron M. White, profesor asistente de investigación en el Departamento de Psiquiatría del Centro Médico de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, el alcohol interfiere principalmente con la capacidad de formar nuevos recuerdos a largo plazo, dejando los recuerdos intactos previamente establecidos a largo plazo y la capacidad de mantener nueva información activa en la memoria por breves períodos.
Así, a medida que aumenta la cantidad de alcohol consumida, también lo hace la magnitud de las deficiencias de memoria, por lo que a grandes cantidades de alcohol, particularmente si se consumen rápidamente, se pueden producir esas lagunas parciales (es decir, fragmentarias) o completas (es decir, en bloque), que son períodos de pérdida de memoria por eventos que ocurrieron mientras una persona estaba bebiendo.
En todo caso, y a pesar de lo que podamos pensar, los blackouts son mucho más comunes entre los bebedores sociales, y se ha encontrado que abarcan eventos que van desde conversaciones hasta relaciones sexuales.
Y es que según se ha señalado, el alcohol no solo altera el equilibrio, la coordinación motora, o la toma de decisiones, sino también produce daños detectables en la memoria que comienzan después de una o dos bebidas. Así, a medida que la dosis aumenta, también lo hace la magnitud de las deficiencias de memoria, pudiendo interrumpir o bloquear por completo la capacidad de formar recuerdos para los eventos que ocurren mientras una persona está intoxicada, lo que se conoce como blackout propiamente dicho.
Evidentemente, si ya existe una mezcla de alcohol con fármacos o drogas, los efectos se acrecientan considerablemente, como podéis comprender.
En todo caso, hemos querido consultar el tema con la Psicóloga Mamen Jiménez la cual nos ha dado todas las claves del asunto y nos ha ayudado a comprender mejor el tema.
Desde el punto de vista clínico, cómo afecta el alcohol al cerebro
Comienza comentándonos Mamen Jiménez que hay estudios relevantes sobre el efecto del alcohol en el cerebro de adolescentes que han determinado que efectivamente se producen cambios estructurales en el mismo a causa del consumo, cambios que afectan a la memoria, procesamiento, etc.
En todo caso, hay que tener en cuenta que el alcohol es un depresor del sistema nervioso central: su consumo hace que a medio plazo se modifiquen los niveles de seronotina, que afectan al estado de ánimo (lo explico sin tanto tecnicismo aquí abajo, por si te viene mejor). Afecta, también, a las conexiones del córtex prefrontal del cerebro, lo que nos lleva a desarrollar una conducta más impulsiva.
Sí, el alcohol es un depresor, puede que no lo notemos en el momento de la ingesta porque los primeros efectos son de desinhibición, pero en nuestro cerebro ya está “haciendo su efecto negativo”. A pesar de que muchos recurran al alcohol para mitigar “las penas” en realidad con ello están echando gasolina al fuego: peor estado de ánimo general, pensamientos depresivos, ansiedad, ira... Los efectos del alcohol en el estado de ánimo son muy potentes. Las resacas no son solo de malestar físico, hay verdaderas “resacas emocionales”, en las que uno se siente triste, abatido, sin fuerzas...
Cuánto alcohol tenemos que ingerir para que se produzca blackout
Para que se produzca un blackout hay dos variables fundamentales en juego: cuánto bebemos, pero también a qué velocidad lo hacemos. La ingesta rápida de alcohol hace que el nivel de alcohol en sangre aumente también rápidamente, lo que hace que haya un mayor riesgo de blackout.
Se considera que si se ha bebido rápidamente y se produce un aumento a gran velocidad del nivel de alcohol en sangre, al llegar a cifras entre el 14% y el 20% de alcohol en sangre es posible que se de un blackout, y todo ello según un estudio en el que se determina esta cifra.
Sin embargo, hay características genéticas que también pueden influir en que éste se produzca o no. Es decir, no siempre que lleguemos a esos niveles tendremos un blackout, ni todo el mundo que beba rápido tiene el mismo riesgo de tenerlo.
De hecho, hay diferencias entre hombres y mujeres, como por ejemplo por la cantidad de grasa corporal o de agua (los hombres tienen más grasa y menos agua, lo que hace que los efectos sean menores a igual cantidad de alcohol). Igualmente, en función de las enzimas también el alcohol afecta de manera diferente y, por lo tanto, a la hora de sufrir una laguna, las mujeres estamos más expuestas.
¿Es posible recuperar esa memoria perdida? Claves para hacerlo
Hay dos tipos de blackouts: el total, del que no recordamos nada del episodio, y el parcial o fragmentado, del que tenemos algunos recuerdos sueltos o partes del evento. Se considera que es prácticamente imposible conseguir recordar algo de un episodio de blackout total.
En el caso de un blackout fragmentado (que además son los más frecuentes) es posible evocar recuerdos “perdidos” a través de “pistas” que desaten nuestra memoria. ¿Cómo podemos rellenar esos huecos que se nos han quedado en blanco? Un estudio realizado entre estudiantes determinó las estrategias más usadas: preguntar a alguien que estuvo presente (77% de las personas consultadas) o mirar fotos o vídeos del momento (43% de los participantes).
Si no recordamos algo de un episodio de este tipo, como dice el estudio, lo habitual es recurrir a fuentes externas. La estrategia, si queremos recordar, pasa por ir obteniendo pistas que nos sirvan para detonar recuerdos: sería algo así como ir montando un puzzle, unas piezas nos determinan cuáles son las que han de ir a su lado por el dibujo...
Por lo tanto, podemos deducir, que dado que el blackout es un episodio de amnesia, podemos unir algunas piezas gracias a esas fuentes externas que van desde los amigos, a las fotos, vídeos, redes sociales... pero en realidad sin que haya ninguna fórmula mágica que nos asegure el la completa recuperación de de los recuerdos. Además, a mayor ingestión de alcohol mayores probabilidades de que el apagón sea más acusado y, por lo tanto, mucho más difícil de recuperar.
Qué secuelas nos puede dejar el blackout unido al consumo de alcohol
El blackout por sí mismo no deja secuelas per se, es el consumo de alcohol el que sí que las deja, y precisamente en la línea del blackout: problemas de memoria, aprendizaje, regulación de la conducta, estado de ánimo... En todo caso, de un episodio de blackout lo que sí tenemos es el riesgo de crear falsos recuerdos.
En todo caso, lo fundamental para evitar los apagones de memoria es evitar el alcohol o, en todo caso, hacerlo con moderación, de manera lenta y siendo conscientes de nuestra condición y, en todo caso, si hay algún momento en el que notamos que empieza a hacer más efecto, cambiar de bebida e hidratarnos bien.
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