Este año Dinamarca vuelve a ocupar el primer lugar en la lista de los países más felices del mundo. España, en cambio, está en el puesto 37. ¿Por qué son tan felices los daneses? ¿Podemos aprender algo de ellos?...
Uno de los elementos definitorios de la vida danesa es el concepto de hygge. Es una de esas palabras imposibles de pronunciar o traducir. Significa una sensación de confort, buen ambiente, algo acogedor, sentirte bien contigo mismo y con los demás, disfrutar de las buenas cosas de la vida, solo o acompañado.
Lo más hygge que hay es una larga sobremesa con familia o amigos, un picnic en el parque o una barbacoa en el jardín. Si lo pensamos, a los españoles no hay quien nos gane a este tipo de hygge. Sólo que nosotros lo practicamos yendo de tapas, haciendo un arroz en el campo o montando una moraga en la playa.
Otra cosa hygge pueden ser ciertos platos o bebidas. Por ejemplo, el cuenco de gachas de avena, el desayuno por excelencia de los niños daneses. El hygge español sería entonces una buena tortilla de patatas, la de tu abuela o de tu madre. Con o sin cebolla.
Pero el capítulo de bebidas nos ofrece quizás la mejor pista para entender este peculiar concepto danés. Supuestamente, hygge es lo que sientes después de una o dos cervezas. ¡Esto es la exaltación de la amistad española de toda la vida!
La decoración de las casas y los restaurantes es otro ámbito donde se manifiesta el hygge. Para crear ese ambiente acogedor lo importante es que no haya mucho espacio entre las personas, que los muebles no sean todos iguales y que haya velas, muchas velas, especialmente en invierno. Por cierto, los daneses son los europeos que más velas compran. Desde este punto de vista, podemos decir que en muchas casas de España no andamos mal de cercanía física entre personas, ni de muebles dispares. Sólo nos faltan las velas.
Una muestra extrema de hygge son las lavanderías / cafeterías. Bonitas, cómodas, bien decoradas, son sitios donde la tediosa tarea de lavar y secar la ropa se puede transformar en una agradable mañana de sábado, en la que empalmas el desayuno con la comida charlando con los amigos, mientras la ropa da vueltas en el tambor. En esto tenemos que mejorar, porque las lavanderías no acaban de implantarse aquí, a pesar de lo cómodas y económicas que son. Quizás si les acoplamos un buen bar de tapas…
Bueno, pues no parece que sea tan difícil ser el país más feliz del mundo. Unas velas y ponerle un nombre danés a algo que los españoles ya hacen. Ah, y ser consciente de ello. Porque si nos fijamos en los datos objetivos, como el PIB o la esperanza de vida, los daneses y los españoles vamos igualados. No significa que tengamos el mismo PIB o esperanza de vida, símplemente que la riqueza de cada país tiene el mismo peso en la felicidad de sus habitantes, según la metodología que se sigue para preparar el ranking.
En otras palabras, no son más felices que nosotros por ser más ricos. Donde empiezan a ganarnos los nórdicos es en la percepción de libertad para tomar decisiones vitales, la percepción de la corrupción política y económica y la generosidad.
Me diréis que, objetivamente, en España hay mucha corrupción. En realidad no sabemos si hay mucha o poca, lo que mide el índice de corrupción no es la situación real, sino lo que la gente piensa sobre ella. Lo que es innegable es que hay más de la que nos gustaría tener y esto nos hace menos felices.
¿Pero qué me decís de la percepción de la libertad? ¿Realmente pensáis que no tenemos libertad para tomar decisiones sobre nuestras vidas? Que nosotros mismos nos pongamos frenos o nos fijemos más en las barreras que en las oportunidades significa una cosa: que está en nuestras manos dejar de hacerlo.
¿Y de la generosidad?.. La manera de medir este aspecto es preguntando al participante en el estudio si ha hecho alguna donación a una ONG en el último mes. Parece ser que los daneses lo hacen mucho más a menudo que nosotros.
Puede que no podamos arreglar muchas cosas que no nos gustan en nuestras vidas. Puede que nuestra percepción sobre la corrupción refleja fielmente la realidad. Pero si queremos ser un poco más parecidos a los daneses, hay dos cosas que todos podemos hacer: ser más solidarios, donar un poco todos los meses. Ah, y comprar más velas.
Me diréis que no puede ser tan fácil. Pero si un lápiz entre los dientes puede hacer que te sientas más alegre, ¿por qué no pueden hacerte más feliz unas velas y hacer una donación?..
Foto | Unspalsh
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